lunes, 29 de septiembre de 2014

La historia de un miserable traidor llamado Mariano apellidado Rajoy Brey






Si alguien en su ceguera todavía tenía alguna duda sobre la mendacidad y la total perversión política y moral de Mariano Rajoy, creo que la pasada semana se le habrá caído la venda de los ojos.
Rajoy es la segunda plaga bíblica después de Zapatero que asuela este desgraciado país.
Es igual pero en pusilánime, y además está yendo mucho más lejos en la destrucción económica, política y moral de la nación española. A lo que se añade la destrucción de la más sólida estructura social que España ha tenido jamás basada en una amplia clase media que pasó del 24% en 1936 al 56% en 1975, que hoy ha caído al 43% y está siendo sustituida por una sociedad tercermundista dual. Rajoy ha demostrado que es una persona sin principios ni valores a quien solo importa el poder. Y con tal de mantenerlo no duda en traicionar a sus votantes, a su Patria y a quien sea menester.
Zapatero era un indocumentado, un sectario y un radical. Tan indocumentado que osaba negar la existencia de España, una de las unidades políticas más antiguas del mundo, algo propio de un iletrado o un demente. Tan ignorante que nunca supo, ni él ni Solbes, por qué España crecía en los primeros años de su mandato y mucho menos por qué se hundía después. Tan demente o tan felón que dijo que aceptaría cualquier Estatut que viniera de Cataluña. Pero Zapatero nunca traicionó a sus votantes. Rajoy era diferente, su gente sabía perfectamente lo que había que hacer para salir de la crisis: bajar impuestos y no gastar más de lo que se ingresa. No pactar con terroristas, ilegalizar sus franquicias y hacer cumplir la Constitución y la Ley. Esto lo dijo y prometió por activa y por pasiva. Ha hecho justo lo contrario.


Traidor a sus votantes y traidor a España
Empecemos por la pasada semana. Su última gran traición, una traición sin excusas ni paliativos a su programa electoral y a sus votantes, ha sido la retirada de la nueva ley del aborto y la confirmación de la monstruosa ley de Zapatero-Aído, que permite como en ningún otro país civilizado el asesinato indiscriminado de los no nacidos de hasta ocho meses. Una ley que el propio PP recurriría ante el Constitucional por estimar que vulneraba derechos fundamentales de las personas, ¡y que ahora se traga íntegra, en lugar de derogarla y volver al menos a la ley de Felipe González y Aznar, con algunos retoques para evitar coladeros! Rajoy insulta además a la inteligencia de los españoles afirmando que necesita mayor consenso, cuando ha aprobado la mayoría de leyes sin consenso alguno y la sectaria pareja ZP-Aído se pasarían el consenso por ahí.

Ha hecho justo lo contrario. Pero lo más pavoroso han sido sus motivaciones. A Rajoy le importan un pimiento los miles de niños no nacidos que van a ser asesinados con la cobertura legal de la ley más inhumana del mundo civilizado. Le importan un pimiento la moral y las promesas hechas a sus electores, a los que ignora porque piensa que solo pueden votarle a él. Únicamente le importa el poder. Su gran oráculo Arriola, que ha asesorado a todos los mediocres del PP en los últimos 20 años, a quienes explica siempre por qué no se cumple nunca lo que él les había asegurado que se iba a cumplir, le ha dicho ahora que el retirar la nueva ley del aborto le proporcionará más votos de los que le quitaba. No arrancará un solo voto a la izquierda y ya se está produciendo una desafección masiva en el PP. Y aquí hay que gritar un olé al obispo de Alcalá al llamar a no votar más al PP y sí a un partido que defienda los valores cristianos, ante el vergonzoso silencio de la Conferencia Episcopal, que, a la espera de un canal de TV, mete los valores cristianos bajo la alfombra.

Y por si esto no fuera ya bastante, nombra ministro de Justicia a Rafael Catalá, un total ignorante en cuestiones jurídicas, dispuesto a bajarse los pantalones ante el separatismo catalán y a cargarse la Constitución para adaptarla a la “sensibilidad” de 3 millones de catalanes en contra de la de los 43 millones restantes. Es lo mismo que si un ministro propusiera cambiar el clima para no herir la sensibilidad primaveral de los alérgicos. Para este irresponsable lo importante no es que se cumpla la ley y que esta sea igual para todos los españoles, nada más lejos. Está encantado de que los separatistas no la cumplan, de la prohibición de ser escolarizado en castellano y de la persecución de todo lo español. Siendo secretario de Estado de Infraestructuras cuando ocurrió el accidente del Alvia, que costó 80 muertos y 140 heridos, no hizo absolutamente nada por depurar responsabilidades, solo mintió en todo y a todos. Encomendar a este temperamento ideológico y cínico la Administración de Justicia es tanto como confiar la sanidad pública a un curandero de sensibilidades.

Y luego ya el acabose. La forma en que este pusilánime ha dejado pudrirse el tema catalán puesto en marcha por el Estatut de Zapatero ha sido tan manifiestamente desastrosa que ha caído cuando menos en el delito de colaboración tácita, pero inequívoca, de conspiración para la sedición de Cataluña. Es decir, un gravísimo delito contra la estabilidad y seguridad del Estado español. Rajoy ha cerrado los ojos desde el principio al flagrante incumplimiento de la ley constitucional por los separatistas, sin mover un solo dedo para garantizar su cumplimiento como era su obligación como presidente de la nación. Tan acostumbrados estamos a su desidia y a su irresponsabilidad en la defensa de la unidad de España que a nadie extraña hoy que haya mirado hacia otro lado mientras los separatistas iniciaban una escalada verbal y de hechos consumados para la separación.

Tanta colaboración necesaria para la sedición que, cuando en febrero de 2012 la Generalitat estaba al borde de la suspensión de pagos, en lugar de rematarlos y acabar con el problema de una vez por todas, en un acto que raya en la traición, les entregó un río de dinero que a día de hoy totaliza los 37.000 millones de euros, con lo que los separatistas han podido no solo evitar la quiebra, sino sobre todo financiar su estrategia de sedición, a lo que se suman 12.000 millones del rescate de Catalunya Banc que debería haber sido cerrado. Rajoy financia a los enemigos interiores de España que resultan ser además los paradigmas de la corrupción.

Y ahora, Artur Mas está culminando el largo proceso tendente a la separación de Cataluña del resto de España. Y si esto no es un gravísimo delito perseguible de oficio, entonces carece de fundamento incluso la existencia de un código penal, en un país donde la más alta autoridad pública la tienen los más egregios infractores de las leyes. Al firmar un referéndum ilegal para la ruptura de la unidad nacional, Mas debería haber sido detenido y encarcelado y la autonomía de Cataluña suspendida. En lugar de ello, el cómplice Rajoy junto con su “alter ego” Sáenz de Santamaría, ávida de poder a cualquier precio, sin ideología y sin principios, en una posición inequívoca de colaboración necesaria para la sedición, se contenta con el papeleo burocrático de dejar en manos del Tribunal Constitucional lo que es de incumbencia directa del poder ejecutivo del Estado.


La mentira como forma de gobierno

Rajoy convertiría desde el principio la mentira y la traición a sus votantes en su forma de gobierno. Su primera decisión nada más sentarse en su añorada poltrona fue subir los impuestos a la clase media al nivel más alto de nuestra historia. Más tarde lo haría junto con CCAA y Ayuntamientos al nivel más alto de la OCDE para una familia media con dos hijos, que es como lo calcula esta organización. Si algo predicó y prometió, primero como líder de la oposición y luego a lo largo de su campaña, fue que bajaría los impuestos. No tardó ni un solo segundo en traicionar a sus votantes, y la excusa, un insulto inaceptable: “No había otro remedio”.

Si no había otro remedio lo habría sabido dos meses antes, y en consecuencia mintió conscientemente a sus electores para conseguir el poder. Igual que hoy con los fraudulentos PGE-2015, el engaño más grande jamás contado. Prevé que los gastos superen a los ingresos en solo un 15%. Y ocurre que, según los datos de Contabilidad Nacional a julio 2014, ¡los gastos del Estado superaban a los ingresos en un 45,6%! ¿Va a cambiar la situación cuando el crecimiento se haya hundido en el tercer trimestre o a gastar acaso menos de lo que ingresan el resto de Administraciones para compensar? La falsedad de las cifras es asombrosa.

Pero es que había algo peor: ¿cómo nadie que no sea un tramposo de la peor especie puede afirmar sin que se la caiga la cara de vergüenza que en un presupuesto de gasto de 470.000 millones de euros, donde solo 36.000 millones son duplicidades entre Administraciones, es imposible recortar 6.000 millones de euros? Pero esa sería su línea de gobierno desde entonces: el nepotismo más descarnado jamás conocido. Colocó a más de 100.000 ineptos de su partido en solo tres meses, muchos con sueldos que superan los 60.000 euros anuales. Sobre este gasto tan disparatado como despótico dijo “eso ni se toca”.

Se tocan las becas, se toca el gasto social, se condena al hambre a cientos de miles de niños recortando las ayudas comedor, pero el gasto de los enchufados, los suyos y los de toda la casta política, “ni se toca”. En la misma línea prometió en campaña reducir a la mitad las 3.600 empresas públicas, ese cáncer donde parasitan más de 400.000 enchufados, con una deuda que supera los 50.000 millones y de cuyo gasto nadie explica nada. Solo “cerraría” unas decenas. Pero, ¿cómo?¿Poniendo a estos parásitos en la calle? En absoluto. Fusionándolas con otras.

Prometió ilegalizar todas las franquicias de ETA a las que Zapatero, en un acto rayano en la alta traición, entregó el poder en Guipúzcoa. No solo no lo hizo, sino que siguió negociando con ETA. Igual que su predecesor, renunció a aniquilarla, que es lo que han hecho todos los Gobiernos europeos con sus organizaciones terroristas. El caso Bolinaga sería la culminación de su cobardía insuperable y de su traición no solo a sus electores, sino sobre todo a las víctimas de estos asesinos. Se infló a decir por activa y por pasiva que “no se puede gastar más de lo que se ingresa, eso es un auténtico disparate”, en referencia al creciente endeudamiento del Gobierno socialista. Lo que hizo en realidad fue pavoroso: endeudar en más de 400.000 millones de euros, la mayor cifra de nuestra historia económica y doble de la del indigente mental, destruyendo así el futuro de varias generaciones de españoles. Esto no es solo otra traición, esto es de juzgado de guardia. Y este año se incurrirá en un déficit mayor aún que el de 2013.

Y todo ello con qué fin. Para salvar de la ruina a un sistema financiero incompetente y corrupto que tendría que haber sido cerrado en un 50%. Para salvar de la ruina a varios de los grandes oligarcas del Ibex. Y para mantener en funcionamiento un modelo de Estado inviable y corrupto, base de su poder, donde la parte más escandalosa son las duplicidades entre Administraciones que siguen intactas, los miles de coches oficiales, las oficinas de lujo y los dos millones de empleados públicos nombrados a dedo por la casta política. Para financiar todo esto, recortaría brutalmente el gasto social y elevaría los impuestos estatales, autonómicos y municipales a un nivel confiscatorio, mientras permitiría a los monopolios (gas, electricidad, productos petrolíferos) elevar los precios de sus productos y servicios al nivel más alto de Europa.
De cara a los PGE-2015 Rajoy está decidido a lo que sea para no perder votos, y no hay tropelía que no esté dispuesto a cometer ni mentira que no esté dispuesto a contar para engañar de nuevo a sus electores.

A otro tonto Mariano, pero no a mí, aunque la estupidez (o no tanta) de ese imbécil la pagaremos todos.

1 comentario:

  1. Mariano vete YA, pero YA, el pueblo no te quiere, te adora la oligarquía y los corruptos.
    Solo puedo preguntarme, ¿Si para elegirte hay que ser tonto, este pobre pueblo español es tonto. Pero me queda una esperanza. Pagaras tus infamias, hay Dios y lo debes de saber.

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