jueves, 14 de diciembre de 2017

Las dos gitanas rumanas


Voy a contar algo que me sucedió hace unos días y que demuestra a las claras el tipo de gentuza que la castuza política que sufrimos nos han metido sin ningún miramiento entre nosotros los españoles, por nuestras mismas calles, por nuestros barrios. Es solo un ejemplo.

La situación es la siguiente, muy de esta España nuestra que padecemos.
Hay un local cerca de mi casa hasta hace bien poco regentado por chinos que entre manos no se traían nada legal, porque lo que en teoría era un chino de alimentación resultaba que allí cada día llegaban camioncillos a todas horas cargados de miles y miles latas y latas y latas de cerveza, botes y botes y botellas y botellas de coca cola, de fanta y de todo tipo de bebidas. Igual que se descargaban se cargaban, y así se tiraban todo el día. Imagínense latas de cerveza apiladas hasta una altura de dos metros que ni en el Corte Inglés tenían tantos botes de bebidas. Por supuesto estaban abiertos hasta las 2 o las 3 de la madrugada. Además sistemáticamente ocupaban la acera impidiendo el paso de los peatones teniendo estos que meterse a la carretera con el consiguiente riesgo de arrollamiento por parte del autobús, los camioncillos aparcaban en el carril reservado al autobús por lo que estos debían desviarse formando atasco en un semáforo donde ya de por si hay atasco siempre, etc…Y por supuesto no digas nada. Todo ello permitido, pasando la policía para arriba y para abajo sin que nunca nadie les haya dicho nada o que es lo que aquí tramáis.




Hace unos tres meses sospechosamente como todo lo que hacían de la noche a la mañana de allí desaparecieron sin dejar rastro y el local quedó vacío. Repito: nada legal se traían entre manos. Desaparecieron de la noche a la mañana. Sorprendente.

El local vacío lo ha cogido una marca de comida rápida de pizzas, y tras un mes de obras el día de la inauguración estuvieron toda la tarde repartiendo porciones de pizza gratis. Imagínense, España y gratis es éxito seguro, y colas y morro, mucho morro. Todo eso puedo entenderlo, tampoco hay que enfadarse aunque denota una falta de educación. Bien. Bajé con mi novia a la ferretería a comprar unas cosas para casa y al subir ya que era la hora de merendar decidimos hacer los diez minutos de cola para probar las pizzas a ver que tal están, por aquello de si algún día hace falta algo rápido saber si se puede confiar en ellos.
Pues bien después de llevar cinco minutos en la cola esperando religiosamente como la mayoría de la gente, pues siempre hay algún jeta que pide dos trozos para un amigo imaginario que esta fuera fumando, o que se encuentra con su amigo justo cuando le van a dar la pizza y se cuela, bueno, pues cuando íbamos a la mitad de la cola aparecen dos gitanas rumanas de esas que dan auténtico asco solo de verlas, pero que de tontas no tienen ni un pelo. Feas, malolientes y haraposas como ellas solas, un aspecto propio de la edad media que es donde se han quedado. Ropas largas como en ponchos que llegaban al suelo, pelo asqueroso de no haberlo lavado en tres semanas y portaban una especie de canastas de plástico con bolsas dentro.  Gente degradante. Vamos, las típicas rumanas que en bandas organizadas se dedican a pedir en el centro de Madrid porque su profesión es esa: la mendicidad.




Pues pasan la cola de largo para en teoría ponerse al final de la misma. Mi novia y yo nos miramos como diciendo: ¡vaya tela!
A los dos minutos las vemos pasar la cola hacia adelante. Se van- pensamos todos los que allí estábamos. Si se fueron, pero directamente donde se repartía la pizza al inicio de la cola, ya dentro del mismo local, porque lo de esperar la cola decidieron que no era para ellas. Y así con todo el morro sin que nadie las dijera nada por temor, pavor a ser llamados racistas, cogieron no uno sino dos trozos de pizza cada una y se fueron. La oferta especificaba que era un trozo por persona hasta agotar existencias.

Se colaron las dos, primero una hasta que consiguió los dos trozos de pizza con el cuento de que iban juntas, y luego la otra (era obvio que iban juntas) que allí se quedó dando la plasta como un minuto hasta que consiguió sus dos trozos de pizza. Y con toda la chulería se largaron.

Yo por el cristal las vi, cuando justo me avisó mi novia: mira donde están las dos rumanas, que morro. Una mujer sudamericana y su hija detrás de nosotros se quejaban diciendo que aquello no había que permitirlo. Yo por el cristal me limité a dar un par de golpes y a hacerlas con la mano la señal de eso no se hace que había que respetar la cola. Se rió en mi cara la puta rumana como diciendo: te jodes, cogió sus dos raciones de pizzas cada una, cuatro en total, y se largaron, y los demás allí haciendo cola para coger un trozo cada uno como estaba estipulado.
Yo simplemente dije en voz alta: vaya morro, y si pueden se llevan toda la pizza. Una mujer me dio la razón apoyando mi comentario mientras murmuraba por lo bajo por temor a ser llamada racista. Si, a esto hemos llegado.




Bien, esto es lo que pasó. Ahora reflexiono y critico.
Yo, que no soy muy listo pero tampoco soy gilipollas, no me voy a poner a discutir con nadie por una mierda de trozo de pizza, y menos con una gitana rumana que tendrán hasta piojos y chinches encima. Pero igual que el que es un ladrón es un ladrón con todo, esta gentuza inmigrante, que como he dicho en numerosas ocasiones debería ir besando el suelo por donde pisan dándonos las gracias a los españoles y a los europeos por dejarlos estar donde están, donde hoy han arramplado con toda la pizza que han podido sin respetar la norma establecida (un trozo por persona y sobre todo respetar la cola, o sea, el orden de llegada) mañana si ven tu portal abierto y pueden entrar y robarte tu bicicleta, o un mueble, o el coche, o lo que puedan da igual lo que sea, te lo robarán sin ningún miramiento. Y si pueden meterse en tu casa y echarte de ella lo harán. No tenga nadie ninguna duda. Es el submundo del que hablo que esta por llegar. Y se impondrá el :si este lo hace pues yo también.




Cuando oigo que a los países de donde viene esta gentuza hay que ayudarles yo digo que una mierda, que esos países están como están porque muchas de las personas que allí viven, me niego a llamar a semejante mugre ciudadanos, son como esas dos rumanas gitanas, gente inmoral, degradante, desalmada, y además están orgullosos de ser y vivir así, no hacen nada para cambiar las cosas ni quieren cambiar las cosas. Nuestro bienestar no ha sido gratis, de hecho nos ha costado mucho conseguirlo. 

No puede uno sorprenderse que ante este percal el más tonto se dedique a organizarse en bandas para pedir limosna en la Gran Vía y por supuesto arrasar con todas las ayudas públicas que puedan, y el que es un poco más espabilado se organiza en una banda criminal para asaltar chalets, casas, robos de coches, etc….Los de la limosna también son bandas organizadas, pues apuesto a que si mañana me visto de mendigo y me voy a pedir a Callao posiblemente alguien vendrá a echarme primero a voces y después a patadas y navajazos.




Yo por eso lo siento muchísimo pero siendo católico, debería dar dinero al pobre según dice la Iglesia, pero dado que quienes lo piden son la inmensa mayoría inmigrantes que pertenecen a bandas organizadas que viven de ello no doy un solo céntimo. Creo que a esta gentuza que no vale para nada, que no sabe hacer nada, no hay que ayudarles. Creo que hay que favorecerles a que retornen a sus países y que allí los servicios sociales, si es que los hay que lo dudo, se ocupen de ellos. Europa no puede ser el refugio de toda la miseria que hay en el globo terráqueo.

Pero es que es una fechoría detrás de otra. Ayer sin ir más lejos salgo de casa de mis suegros por la noche. Al lado han abierto una lavandería donde los chavales de 15 a 20 años, todos ellos inmigrantes, sudamericanos y moros todos ellos y todos ellos sin trabajo, ni estudios y lo que es peor sin ánimo de hacer NADA que no sea la delincuencia y las apiestas deportivas, allí dentro se reúnen a hacer nada bueno. Pues salgo por la noche de casa de mis suegros y, lo cuento así porque lo vi, veo a dos cogiendo dentro de un trozo de pared roto detrás de una tubería el trozo de cannabis que habían escondido para que no se lo pille la policía. Canabis o lo que fuese.




Esto es lo que hay y con esa basura es con la que hay que ser receptivos, acogedores, tolerantes, respetar sus costumbres, como decía un majadero que tuve de compañero de trabajo: ganárnoslos. Perdona…¿quién te ha dicho a ti que yo tenga que ganarme a nadie y menos esta gentuza? ¿Es que acaso soy yo el que tengo que adaptarme en mi propio país a sus costumbres y a su salvajismo? ¿Soy yo el que ha de pedir perdón por vivir en mi barrio de toda la vida? Cuando yo voy a otro sitio que no es mi casa me adapto a sus costumbres, sea en España o en el extranjero.

No es ponerse así por un puto trozo de pizza como algunos dirán, que es una chorrada porque luego había gente seguro pasó 5 o 6 veces y gente que cogía varios trozos, el puto trozo de pizza de las dos rumanas es solo la punta del iceberg de lo que hay debajo que no queremos ver. Es el resultado de haber abierto las puertas de par en par sin ningún tipo de criba, e igual que ha venido gente muy buena y preparada, gente con una profesión y una formación, los menos, muy pocos por desgracia, también han venido una masa de inmigrantes muertos de hambre que apenas saben hacer nada salvo coger cajas, servir cervezas y cobrar todas las ayudas posibles que les pagamos entre todos, eso se lo conocen al dedillo. Y esos son al menos la masa de muertos de hambre que como pobres diablos vienen buscando una vida mejor al olor de la comida, porque luego hay otra masa, afortunadamente menor pero no pequeña, de pura gentuza, que vive del robo, de la delincuencia organizada, del hurto mayor o menor, y además de todo eso, de las ayudas también, eso que no falte nunca.




Hoy decir esto que estoy diciendo que lo piensan más de la mitad de los españoles es declararte automáticamente como un racista inhumano salvaje, un nazi fanático, un ultraderechista cabeza rapado skin head peligroso, un nostálgico de Franco,  un ser que no merece vivir en esta sociedad, un ser que mientras vive en su mansión a 30 grados en invierno comiendo salmón ahumado noruego a dos carrillos ves a los pobres a través de la ventana muriéndose de hambre y de frío. Yo no merezco vivir en esta sociedad, las dos gitanas rumanas si merecen vivir en sociedad porque desde luego ellas no son franquistas ni nazis ni ultraderechistas. Solamente (pongo en ON el modo progre) son dos pobres personas que han vivido toda la vida en la miseria, que viven en la miseria en España ganándose el pan como pueden, que no saben lo que es abundancia ni el tener nada en propiedad y cuando dan algo gratis se tiran a ello como si no hubiese mañana. Ellas no tienen la culpa, como siempre la culpa es de otros. Fíjate, se vienen de países míseros donde han gobernado históricamente los comunistas o las izquierdas, países donde les siguen votando lustro tras lustro o donde ni siquiera hay elecciones, y se vienen a países capitalistas donde te dan un trozo de pizza gratis por la calle sin nada a cambio.

Lo digo y lo repetiré mil veces. A mi la dictadura progre de lo políticamente correcto no me coge. Ellos dirán que soy un racista y un intolerante, pero la realidad es que no soy ninguna de esas dos cosas, y como yo se lo que soy y no lo que digan los de La Sexta, los que cuando ocurre algo lo primero que hacen es ver si les interesa ocultar la nacionalidad del culpable, pues los que juegan con las cartas marcadas son ellos. Los partidos políticos que van a decir, si son ellos los que han abierto las puertas de par en par y metido a toda esta chusma. Empresarios también se han beneficiado de ello de lo lindo. Más de uno se ha pagado su chalet y el de sus hijos.

Yo no puedo ser racista porque mi abuelo fue uno de esos españoles que emigró a Alemania y a Francia a trabajar en los años 60 y de hecho todos los años le mandan una carta de fe de vida para pagarle la pensión. Mi abuelo, repito, años 60, fue a Alemania con un contrato de trabajo firmado en España, a trabajar a una fábrica de coches, a una casa donde vivir con otros españoles que iban también a trabajar, con un reconocimiento médico pasado en España. Mi abuelo fue en tren y en autobús, no en patera y no entrando por la parte de atrás. Años 60 repito, donde según algunos no había ni ley ni orden. Mi abuelo siempre me cuenta que en las casas donde estaban acogidos las tenían muy desordenadas y sucias y que algún encargado de aquello les diría en una inspección que si a la próxima inspección aquello seguía igual les devolvían a España. A mi me parece perfecto. ¿Eso es ser racista? No, por supuesto. Ah por cierto, y un detalle, para los que dicen que si el nacionalcatolicismo en España con Franco. Cuando mi abuelo se planteó llevarse allí a su familia le dijeron que no podían vivir juntos en la misma casa hombres y mujeres, que los hombres por un lado y las mujeres por otro. Alemania años 60.





Yo no puedo bajo ningún concepto rechazar a una persona por venir de fuera como me hubiese detestado que a mi abuelo le hubiesen tratado como a un perro en Francia o en Alemania por no ser de allí. No puedo ser racista porque gracias a aquel dinero mi familia  tuvo para vivir mejor de lo que entonces podía vivir en España. Luego volvió y a España y en aquellos años finales de los 60 y primeros de los 70 había trabajo para todo el mundo, bien pagado. 

Lo que si puedo es pedir y exigir que a España vengan los mejores, igual que en las empresas seleccionan a los mejores, puedo exigir que cumplan todas las normas, se comporten como ciudadanos y respeten los hábitos y costumbres. Puedo exigir que haya una selección y un proceso, y que los ilegales sean automáticamente expulsados. Y el que nos cumpla las normas ya sabe donde tiene la puerta.

Lo que no puedo aceptar bajo ningún concepto es tener que soportar una inmigración asquerosa y repugnante que no vale para nada salvo para delinquir y para que unos cuantos jetas se aprovechen de ellos hundiéndonos a todos. Lo que no puedo aceptar es una inmigración cuyo primer punto en su lista de prioridades es ver cuantas ayudas sociales pueden recibir. Lo que no puedo aceptar es salir de mi casa y ver a cuatro moros o sudamericanos hijos de puta trapicheando en la puerta de mi portal. El trozo de pizza es la punta del iceberg, lo malo es lo que hay debajo.