Y parece que
fue ayer cuando llegaste. De hecho parece que fue ayer cuando nos enteramos que
llegabas. Ya antes de llegar te queríamos con locura, viendo como crecías en la
tripita de mamá, como se acercaba cada vez más la fecha de tenerte en brazos. Recuerdo
la ilusión con la que íbamos al médico a ver como evolucionabas en tu
particular casita dentro de mamá, como íbamos preparando la casa para tu
llegada, o como decía mamá, preparando el nido, cuando compramos el carrito
para pasearte, la ropita de bebé, tus juguetitos.
Y por fin
llegaste. Naciste un 11 de Marzo, francamente día no demasiado feliz de la
historia de España, pero muchas cosas en la vida no se eligen, y si es
cierto que todos los niños traen un pan bajo el brazo desde luego tu nacimiento
convirtió un día triste en el recuerdo en el día más feliz para nuestra familia. Naciste
tiñendo de colores alegres y de felicidad un día oscuro y triste, lo cual quiere decir que ya
desde tu nacimiento trajiste la bendición de Dios.
Todo sucedió
tal cual lo había imaginado siempre. Tras un largo día de parto decidiste que
no querías salir por donde tenías que salir, asique tuvieron que hacerle una
cesárea a mamá. Siendo francos estaba yo más nervioso que ella. Ya comprobarás
cuando seas más mayor que a tu padre los temas de médicos no le gustan
demasiado. Asique mientras pasaban a mamá al quirófano para traerte al mundo,
para hacerte pasar esa abismal pero a la vez fina barrera que va de la tripita
de mamá donde tan agusto se debe de estar, a de repente en un abrir y cerrar de
ojos estar en un mundo desconocido, frío, lleno de personas que no conoces, yo
mientras esperé en la puerta del quirófano, como te digo, tal cual lo imaginé
siempre desde que era niño. Allí solo, en silencio, bajo la luz de los
fluorescentes, sentado en una silla, rezando a Dios porque tú y mamá estuvieseis
bien. Le pedí por favor algo que cada noche cuando te duermes en tu
cunita y rezo contigo las oraciones siempre le ruego, y es que cualquier cosa
mala que pudiera pasaros a las dos que me pasase a mí, que me envíe a mi todo
lo malo que pudiese sucederos.
Y así en un período
de tiempo que pudieron ser 5 minutos, o 30 segundos, o 5 horas, de repente oí
el sonido más maravilloso y bonito que he oído jamás: tu débil y pequeño
llanto. Se me saltaron las lágrimas y ya sabía que habías llegado. Solo quería
verte, cogerte y darte muchos besitos. Al poco tiempo salió la matrona y me
dijo que podía pasar. Allí te tenían, en una salita donde te estaba pesando y
midiendo en una pequeña báscula. 50 centímetros y 3 kilos 800 gramos. Tu nombre: Elsa.
Reconozco que me fue muy difícil contener la emoción. Eras lo más
bonito que había visto jamás. Tan chiquitita, tan guapa, manchadita de sangre
del parto, como los buenos guerreros, ¡y llena de pelo por todas partes! Allí
me quedé mirándote embobado hasta que la matrona te puso en mis brazos. Me tuvo
que ayudar porque yo no sabía no cogerte. Y por fin te toqué, te cogí en
bracitos y te besé. Fue el momento más bonito de mi vida. Y desde aquel beso no he dejado ni un solo día de comerte a besos. Te miré durante unos segundos y finalmente atravesamos la puerta del paritorio para que te
conocieran los abuelos que esperaban afuera. Los cuatro abuelos. Algún día comprenderás
la suerte que tuviste de nacer con los cuatro abuelos vivos.
Tras las
presentaciones nos fuimos a la habitación todos juntos y allí te tuve conmigo
una hora hasta que trajeron a mamá. No podía dejar de mirarte. La sensación de
profundo amor, cariño y ternura, es imposible de describir. Pensar que eras (y eres) una
parte de mi, que dentro de la tripa de mamá habías pasado 9 meses, viéndote
crecer, desarrollándote, para finalmente convertirte en una personita de 50 cm
y casi 4 kilos. Te encantaba chuparte la manita, exactamente igual que cuando te
vimos en las ecografías. Y por fin trajeron a mamá. La pobre venía
descompuesta, pero le echó un valor a la vida que para mi lo quisiera. Realmente lo pasó muy mal.
El darte el
pecho para ella fue aun más duro casi que la cesárea. Lo peor vino después…Realmente
durante los dos primeros meses lo pasamos, muy mal contigo con el pecho, mamá
sobre todo lógicamente. Pero gracias a su fuerza de voluntad siguió adelante y
hoy puedo afirmar sin ningún temor que no hay nada en el mundo que te guste más
que la tetita de mamá. ¡Tu tetita!
Recuerdo la
primera noche que llorabas del hambre que tenías y por órdenes del pediatra no
podíamos darte ningún biberón. Recuerdo que tu primera mañana de vida tenías un
caconcio considerable en el pañal, y es que ni mamá ni yo habíamos pensando ni
siquiera en que había que cambiarte el pañal. Nos sentimos muy mal.
En el
hospital estuvimos cuatro días hasta que nos mandaron a casa. Allí vino mucha gente a visitarte, trayéndote todo tipo de regalos.
Y ciertamente
a modo de resumen puedo decirte que creo que tu primer año de vida no ha estado
nada mal. Has ido a la playa dos veces, has ido al pueblo, has ido a la sierra
donde pasaste todo el veranito, te has bañando en la piscina de allí, en el mediterráneo. Hasta has hecho tu primero viaje internacional en avión nada menos, a
ver a tu familia austríaca. Fuiste de boda y fuiste la protagonista de tu
bautizo como no podía ser de otra forma donde pasaste a formar parte de esa gran familia que es la Iglesia. Viviste tus primeras navidades, tu
primera Nochebuena y Nochevieja. ¡Has hecho muchas cosas en un año!
Empezaste muy
pronto a abrir los ojos, a levantar la cabecita, a darte la vuelta, a gatear…Y
al cumplir el primer añito estas a punto de empezar a andar tu solita. Da mucha
alegría verte, pero a mi y a mamá nos da un poco de pena ver lo rápido que creces
y pensar que los días en que eras un bebé no volverán…
¿Y qué puedo
decir de ti? Puedo decir que eres preciosa, profundamente adorable, cariñosa, muy
espabilada, muy desarrollada a nivel de psicomotricidad, bastante cabezoncilla,
y también gastas tu buen genio. No te gusta no sentirte libre, por eso no te
gusta ir en la sillita del coche atada, por eso no te gusta ir en el carro
atada, y por eso te gusta tanto gatear, andar, agarrarte aquí y allá…lo que sea
pero sentirte libre. Ah, además mientras no te ves segura no eres de lanzarte a
la aventura, lo cual es algo bueno, positivo, dice cosas buenas de ti.
La verdad
hija que nos has traído una felicidad inmensa a nuestras vidas. Y no solo a tus padres. Es cierto, y si
algún día eres madre y ojalá algún día lo seas, comprenderás lo tremendamente
duro que es tener un hijo, el cambio brutal que supone en la vida de una
persona y en la relación de una pareja el tener un bebé, ¡pero cuanta felicidad
traéis al mundo!
Recuerdo
cuando empezaste a hablar, a decir pa-pá. Son cosas que son imposibles de
explicar para alguien que no las haya vivido. Más tarde, cerca de tu primer
año, empezaste por fin a decir ma-má. Ma-má y mamaa, mamaaa, mammmaaaa. Y también
dicés caca y algo que entendemos como agua. Pues esa es otra, te encanta beber
aguita del biberón. Y eres, de momento, buena comedora. Empiezas a jugar con tus juguetes, a ojear libros, sacas el dedito índice cuando te preguntamos cuantos añitos tienes, y cuando te acercas a la basura a husmear y te digo que no haces el gesto de no no con la manita, y por supuesto sigues haciendo lo que te da la gana.
Desde que llegaste
ni un solo día has dejado de regalarnos amor. Cada sonrisa tuya es un regalo de
Dios. Nos has dado mucho trabajo, pero también muchas satisfacciones. El verte
progresar día a día, ver cómo has cambiado tantísimo en un solo año, comprobar como
lo que hacía 15 días te costaba mucho o eras incapaz de hacer, hoy lo haces con
una soltura digna de elogio.
Hoy , hija mía, te
escribo esto, que no es otra cosa más que una declaración de amor, de lo muchísimo que te quiero. Otro día te escribiré sobre cómo es el mundo al que has llegado y
qué es lo que tus padres y la sociedad espera de ti.
Para terminar
te digo que tengas siempre presente que tus padres te queremos, te adoramos y
que nosotros tus padres van a ser las únicas personas en la vida a las que vas
a poder recurrir SIEMPRE. Y desde luego por nuestra parte nunca jamás te va a
faltar nuestra ayuda, nuestro apoyo y nuestro consejo, aunque ten presente que
muchas veces vamos a tener que decirte cosas que no te van a gustar.
La vida es un
regalo, no la desaproveches y disfrútala.
Tu padre que
te adora y te quiere con locura.