viernes, 11 de diciembre de 2015

20 de Diciembre, elecciones generales. ¿A quién votar?


Dicen que en democracia muchas veces no se vota a…sino en contra de…

Y esa yo creo que va a ser una vez más la clave de estas elecciones.
 
 

En síntesis pienso que va a ganar el PP, al menos en votos. Luego ya veremos que pasa con los malditos pactos, pero ganará el PP. ¿Y cómo es posible que vaya a ganar el PP con el antisocial de Rajoy, con todas las promesas incumplidas, con toda la corrupción que se ha destapado en su partido, y con una mejoría económica a todas luces insuficientes?

Pues la respuesta, al menos para mí, es que mucha gente, gente normal, de la calle, personas que quieren vivir tranquilas, sin sobresaltos, sin revoluciones comunistas ni guerras civiles, van a votar al PP tapándose la nariz con tal de que no gane la izquierda que vuelva a destrozar, una vez más España, dejando todo arrasado como un campo de batalla. Vamos, lo que hacen cada vez que gobiernan. Con tal de que no gane el coletas….Con tal de que no vuelvan los socialistas…dicen muchos. La sombra de un tal “Zp” es alargada.
 
 

 
La crisis ha sido y esta siendo terrible, ha dejado a muchos por el camino. El dolor y el sufrimiento es imposible de cuantificar, pero tampoco hay que ser demagogo, no todo el mundo esta con una mano delante y otras detrás.

El buen hombre jubilado quiere vivir tranquilo y cobrar su pensión. Al que le quedan un par de años para jubilarse después de llevar 40 años trabajando quiere ir a trabajar tranquilo lo que le queda y tener asegurada su jubilación. Y así sucesivamente. También hay mucha juventud desesperada, mucho ciudadano que ha perdido mucho o todo con la crisis y que no tienen nada que perder y que votarán llenos de rabia y odio a lo que más daño puede hacer al sistema, y por supuesto mucho borrego y mucho radical que votará a la izquierda en todas sus vertientes.
 
 
 

 

¿Que opciones hay?
 
 
 

 
El Partido Popular. Le votará mucha gente como digo evitando que llegue la izquierda y vuelva a destrozar todo. El mal menor. Nos han masacrado a impuestos pero al lado de los otros es la única opción medianamente coherente y sensata. El tema esta en como tragarse lo que prometan ahora después de lo que han hecho estos cuatro años de promesas incumplidas.






Rajoy ha gobernado España cuatro años como el que dirige una empresa, pero es que Rajoy, el presidente del gobierno, no es un gestor de una empresa, es un político, y como tal debe actuar. Ni reforma de la ley del aborto, no han tumbado la ley de memoria histórica, ni han bajado los impuestos, ni han cerrado empresas públicas innecesarias con miles y miles de enchufados puestos a dedo, no han hecho nada contra el nacionalismo catalán, no han echado a bildu-eta de las instituciones, nada de nada, y lo que más ha calado en el ciudadano de a pie: la corrupción, los recortes sociales tremendos y la masacrada de subida de impuestos bestiales con la sensación de que los de arriba no se han bajado del burro en ningún momento ni tan siquiera en los peores momentos. Ni se han suprimido autonomías, ni se ha cerrado el senado, ni se ha reducido el número de políticos, nada. Se ha dejado al Ejército en la casi inoperatividad, se ha recortado de todo lo público, sanidad, educación, etc…pero de lo que es de la casta política, nada. Y la supuesta mejoría económica que venden al menos la gente de la calle no la aprecia, eso esta más claro que el agua.
 
 

Mucha gente normal, de la calle, les votarán porque con tal de que no lleguen otra vez los socialistas o el coletas, o los dos de la mano…..En cierto modo es lógico y comprensible, quizás yo también lo haría, hay mucha gente que por fin después de Zp se ha enterado de una vez que cada vez que gobiernan los socialistas (llámese la izquierda) la situación cuando se van o les echan es catastrófica, ya no les cuento si gobernasen los de Podemos. Si yo fuera un abuelete jubilado con mi pensión seguramente votaría a Rajoy.

No votaré al PP, pero desde luego viendo el resto de opciones “útiles” casi hasta dan ganas, lo cual dice bastante de la repulsa al resto de partidos políticos.
 
 
 

El Psoe. Ya no se sabe si es ni siquiera segunda fuerza política o tercera o hasta cuarta. No han renunciado a ninguna de sus maldades. Siguen erre que erre metidos en la trinchera en lo alto del monte cantando “a las barricadas”. El recuerdo de los años de Zapatero aun les pasa factura, la gente aun no se ha olvidado de aquello y ha calado bastante la idea de que cada vez que gobiernan llega el desastre y cuando las urnas les echan a patadas luego vienen años malos o muy malos. El Pedro Sánchez este, un tonto de tomo y lomo, sectario igual o más que su antecesor, es igual de malvado o incluso peor que el mismo Zapatero. Su programa es una copia light de el de Podemos con la misma mierda habitual socialista y comunista de siempre: ataques contra la Iglesia, más guerra civil, más subvenciones por todos lados, más gasto público, más endeudamiento, más populismo, mas igualdad de género, otra vez a vueltas con Franco y el Valle de los Caídos, erre que erre con el estado federal, y en resumen toneladas y toneladas de mierda en el gaznate de los españoles que por desgracia hay borregos que siguen comprando con los ojos cerrados.
 
 

 
No me cabe ninguna duda que llegado el momento pactarán con quien sea con tal de tener una cuota de poder. Con Podemos, con ERC, con Bildu Batasuna o con todos a la vez si es necesario para llegar al poder. Va en sus genes y siempre ha sido así, jamás han tenido escrúpulos.

Dios quiera que no vuelvan al poder. Votar al Psoe es como digo votar más guerra civil y más memoria histórica, más dinero para vagos y maleantes, más derroche de dinero público en estupideces, mas odio, más sectarismo, más ataques a la Iglesia, más ideología de género, más paridad de género, más Leires Pajines y Bibianas Aidos, y muchísima más demagogia y populismo. En mi cabeza no entra que alguien pueda seguir votando al Psoe. Ojalá que les vaya muy, muy mal, por el bien de España.
 
 

 

Ciudadanos, la gran revelación. Parto de un hecho sobre C´s: y es que un partido que nace en la Cataluña de hoy para enfrentarse al nacionalismo imperante en aquella región, ya solo eso merece mi respeto y admiración. Ahora, no permitamos que el árbol no nos deje ver el bosque, porque el mundo no se termina en la oposición al nacionalismo.
 
 

Yo de Ciudadanos, lo siento, no me fio. Lo respeto, no me parece una opción política peligrosa, pero no me fio. No me fio de su programa económico, no me fio de su política social de izquierdas (bien se cuidan de momento de no meterse en ciertos charcos: aborto, Iglesia, memoria histórica, homosexuales, etc…). Y no me fio porque igual que en Madrid han pactado con el PP con las mismas han sido capaces de pactar con el PSOE en Andalucía. Si, con el Psoe de Andalucía: el refugio de la subvención, de la corrupción al por mayor, del clientelismo político y la compra del voto caciquil. Hasta entonces me parecía una opción a tener en cuenta, a partir de ese momento lo siento pero no. Y mientras a unos les ha pedido el oro y el moro a los otros les han dado su apoyo casi gratis.
 
 

Respeto a Ciudadanos, creo que tienen muchísimo que aportar a la regeneración de España pero hoy por hoy para mi al menos no es una opción de voto. Es la corriente de moda, Albert Rivera me parece un buen tío con buenas ideas, un tío decente, el novio que toda madre quiere para su hijita, pero no me fio. No puedo votar a un partido que esta a favor del matrimonio entre homosexuales, de la memoria histórica, del aborto y de muchas cosas más. En muchos aspectos son todo una incógnita. No me imagino que cara se me quedaría si con mi voto luego pactan con el Psoe para gobernar.
 
 

Lo dicho, mi respeto y apoyo para esta joven formación política pero de momento mi respuesta es NO. Y termino diciendo sobre Ciudadanos que ojalá obtengan un buen resultado electoral y pasen por encima de los socialistos, España lo necesita. Y mucho.
 
 

 

IU-Podemos, etc…: no merece la pena ni comentarlo, asique no voy a gastar más energías en justificar porque no hay que votar a esta banda. En entradas anteriores ha quedado todo bien claro. Lo peor que le podría pasar a este país.
 



 

 

UPyD: para mi nunca ha sido una opción de voto pero sí era una opción respetable y necesaria para la regeneración de España. Gracias a la ególatra de su lideresa han quedado reducidos casi a la nada. Y encima viendo como las gastan algunos dirigentes de su partido, que hoy atacan al bipartidismo PPSOE y mañana se pasan a uno de ellos cuando se les termina el chollo, pues por mi parte no hay más que hablar. Fue una opción respetable mientras duró la ilusión. Ya que dicen algunas cosas interesantes, además de algunas chorradas de órdago, espero que al menos saquen algún diputado. En los momentos que está España nadie que se oponga al nacionalismo sobra.
 
 

 

Entonces dirán ustedes ¿Y a quien vas a votar? Pues yo ya he elegido mi voto. VOX. Único partido que defiende acabar con las autonomías, auténtico cáncer de España que es necesario extirpar.
 
 

Seguramente no valdrá para nada, no sacarán representación parlamentaria gracias al boicot y al silencio sistemático al que es condenado este partido, pero al menos podré irme a la cama por la noche con la conciencia tranquila. Lo del voto útil, al menos para mi, se ha acabado. Ya me han engañado muchas veces con el voto útil y lo siento, no cuela más, ya he dejado de ser un tonto útil.
 
 

Vox es el único partido que ha dicho somos de derechas, vamos a terminar con las leyes de Zapatero, vamos a combatir al Islam, vamos a tumbar la ley de memoria histórica porque los demás también tenemos memoria, vamos a tumbar la aberrante ley del aborto de Zapatero y lo más importante, vamos a suprimir las autonomías, entre otras muchas propuestas. Ningún otro partido habla de terminar con el sistema autonómico.
 
 

Santiago Abascal me parece una persona honesta al contrario que Rajoy. Ha tenido la valentía de salirse del PP donde ya por principios no podía seguir. Me da lástima que VOX no se haya juntado con el partido Alternativa Española que era otra opción de voto. Además en ese partido hay otro señor que merece en cada pueblo y en cada ciudad tener una calle con su nombre: JOSE ANTONIO ORTEGA LARA.
 
 





Quiero aprovechar esta entrada para hacer una cosa. Una retrospectiva de estos cuatro años durísimos, terribles.
 
 
 

 
Haciendo una fotografía del pasado, de esta última etapa, recuerdo hace cuatro años cuando el PP de Rajoy llegó al poder. Yo me encontraba en Barcelona estudiando en una Escuela Técnica tras haber superado las pruebas de selección con más de 1400 candidatos para cien plazas. Entonces tenía un futuro prometedor por delante que ahora, cuatro años después, que casualidad justo antes de las elecciones, se vuelve a abrir ante mi. La cosa recuerdo ya estaba muy mal entonces. Hablamos del 2011. Voté al PP (por correos) con muy poca ilusión pero analizando fríamente que era la opción menos mala para acabar con el zapaterismo que había agredido frontalmente todas y cada una de mis creencias personales además de haber destrozado nuestro país moral y económicamente y habernos dejado a un montón de españoles en el paro. Voté al voto útil, a la desesperada para que España no fuese la Venezuela de Europa.




 

Cuatro años después vuelve a haber elecciones. Y por mi parte lo del voto útil ya no cuela pase lo que tenga que pasar. Las he pasado tan malas en estos cuatro años que es imposible pasar por alto ese sufrimiento y aunque lo cortés no quita lo valiente, es de justicia decirlo aunque no creo que le deba nada al PP, en el último año mi situación personal, económica, laboral, ha dado un vuelco de 180 grados, algo espectacular, un milagro inimaginable hasta hacía unos meses, pero lo siento, el hundimiento personal que he vivido, el dinero que he perdido y me han robado, las consecuencias que va a tener en mi vida estos cuatro años tirados a la basura, la humillación sistemática que he sufrido en soledad, todo eso no puedo pasarlo por alto. Ni la mía ni la de otras personas cercanas que lo han pasado hasta peor que yo, al fin y al cabo yo gracias a mis padres y a mi ingenio y valía no he tenido que llegar al extremo de rebajarme a trabajar de repartidor de pizzas o en una cadena de comida rápida y nunca me han faltado 20 euros para tomarme algo o echarle gasolina al coche. Pero he llevado una economía de guerra.
 
 

He conseguido subsistir estos años con una premisa: no gastar más que lo imprescindible. He pasado días enteros por no decir semanas sin salir de casa, metido en la habitación sin hacer nada, hundido, llegue a perder la ilusión por todo en la vida, hasta por las cosas que siempre me han gustado. Por no gastar pasé sin mover el coche del garaje durante semanas, sin gastarme ni 5 euros en una coca cola más que el día que ya no me quedaba más remedio.
 
 

Hoy mi situación no tiene nada que ver. Encontré trabajo, precario y sin apenas derechos pero bien pagado, y Dios mediante aprobé la oposición que tanto tiempo llevaba esperando. Y gracias al trabajo donde he pasado 8 meses, donde dicho sea de paso las he pasado canutas, he podido independizarme, ahorrar un dinerillo que para mi es una fortuna cuando has estado tan sumamente jodido de dinero, hasta he podido comprarme un coche a medias con mi novia vendiendo el otro que tenía, todo ello trabajando mucho, pasándolo muy mal en el trabajo, sin derecho a nada, sin vacaciones, trabajando puentes, festivos, y viviendo de una forma muy humilde.  Hoy estoy a las puertas de tener un trabajo digno y precioso para toda la vida si Dios quiere, pero los años que pasado desde el 2007-2008 hasta este 2014 (¡siete años!), eso…como la guerra de nuestros abuelos, no se olvida.
 
 
 

 

 
 
Cuatro años después vuelve a haber elecciones generales. Entre las opciones que hay lo más sensato sería votar al PP tapándose la nariz, como lo menos malo, pero cada vez que echo la vista atrás, los días metidos en la habitación sin salir, el sentimiento de estar en un laberinto sin salida, la humillación y el dolor, lo que han robado, lo que han traicionado, todo lo incumplido y que no se hayan bajado del burro…todo eso es imposible obviarlo.

 

Que sea lo que Dios quiera que sea.
 
 

martes, 1 de diciembre de 2015

Espinete ya no existe

Espinete ya no existe. Ni Dártacan, ni los Caballeros del Zodiaco, ni Banner y Flappy, ni Barrio Sésamo, ni los Pitufos, ni nada.




 

Recuerdo cuando era niño, cuando después de comer echaban dibujos en la televisión. Recuerdo con mucho cariño aquellos dibujos, que algunos no eran dibujos como tales sino marionetas, como aquella serie llamada “Los Aurones”, con Poti Poti lanzando rayos y convirtiendo a los malos en frutas, al torpe y tonto ayudante del malo, Gayofa, las risas que nos causaba.
 
 

Recuerdo levantarme por la mañana y ponerme a ver los dibujos que echaban entonces….Una lista interminable. Recuerdo en verano antes de comer viendo Los Pitufos en la tele (quizás en Telecinco….quien lo ha visto y quien lo veo). Y sólo había cinco cadenas, no como ahora que hay no se cuantos canales con el TDT.
 
 

¿A donde quiero llegar con esto? Pues quiero llegar a la desaparición de la programación infantil, al fin de esa bendita ingenuidad que uno tiene cuando es niño para dar paso a la bazofia política, a la prensa rosa más cutre, hortera y barriobajera, y a la utilización de los niños como espectáculo televisivo.
 
 

Hoy la ingenuidad infantil ha dejado lugar a otros programas, para mi personalmente auténtica basura televisiva. Los Pitufos han sido sustituidos por Hombres Mujeres y viceversa. Da una clara imagen del retroceso moral bestial que ha sufrido la sociedad española. Ahora ya las niñas no juegan en casa a cocinar con alimentos de plástico. Ahora van a un concurso televisivo como el Master Chef ese, que no lo he visto nunca ni pienso verlo, donde van un montón de niños a  COMPETIR entre ellos, a comportarse como personas mayores.
 
 
 

Ya no hay Espinetes ni Barrios Sésamos, ahora el afán de los niños es ir al programa ese de La Voz Kids a hacerse famosos antes de la cuenta o a tener su momento de gloria, a ser LOS MEJORES. Y en todos los programas hay un denominador común: competir, competir y competir, solo puede quedar uno y el resto eliminados, o sea, fracasados. Esta es la sociedad que estamos creando de extrema competividad, de que si no eres el mejor no vales para nada.

La telebasura, la batalla por tener más audiencia al precio que sea y pasando por encima de lo que haya que pasar, ha hecho que los programas infantiles hayan sido sustituidos por estos engendros televisivos que perturban profundamente la moral.
 
 
 
 

Aquellos dibujos y programas que intentaban enseñar, despertar inquietudes en los niños, sencillamente han dejado de tener lugar. Ahora lo que se lleva es programas para adultos donde los protagonistas son niños que imitan conductas de gente mayor, o tertulias políticas a todas horas, o peor aun, la mierda del Sálvame con toda esa banda de indeseables hablando tonterías las 24 horas del día, o el Gran Hermano, producto televisivo inmoral a todas luces, o engendros incalificables como Mujeres Hombres y viceversa, y suma y sigue. Esto es lo que hay señores. Una clara muestra de lo que la sociedad demanda y se traga por el gaznate.
 
 
 

Me hace gracia luego cuando le plantan al niño por la tele una cara borrosa para que no se le reconozca, pero luego hay programas de este tipo donde salen todo niños, algunos reviejos y profundamente repelentes, donde los directivos de las cadenas solo buscan la impresión fácil y la ternura que producen en el público: un producto fácil y barato. Da igual si el niño canta, baila, juega al fútbol o cocina, lo importante es que haya competencia, que la gente se posicione a favor o en contra de. Porque ese es otro elemento clave: uno debe tomar partido desde el sofá de su casa.

Yo no se donde seleccionarán a esos niños, yo desde luego, seré muy tonto, a esa edad no tenía ese desparpajo ni esa soltura más que para jugar al fútbol y una ingenuidad propia de la edad. Yo a esa edad jugaba a las chapas en el parque, bajaba a la piscina en verano y montaba en bici en el pueblo.
 
 
 


Toda esta basura televisiva crea falsos referentes entre la juventud e incita a hacerse mayor antes de tiempo. Hay cosas que uno tiene clarísimas en la vida y una de ellas que yo tengo grabadas a sangre y fuego es que cada cosa llega a una edad, y todo tiene su momento. Es lógico y normal de pequeños o adolescentes querer hacer cosas de mayores, tener enseguida coche, entrar a las discotecas de mayores, pero todo tiene su momento, y un chico de 14 o 15 años no puede estar en una discoteca de gente de 25 ni un tío de 45 o 50 años puede estar yendo a discotecas donde van chavales de 20 años. Esto es así y no hay más. Punto. Siempre he tenido claro que el que quiere correr más de la cuenta va a disfrutar menos de la vida, y conozco casos de amigos que con 15 años llevaban vidas de gente de 25-30 años, y como es lógico con 25 años están ya de vuelta y media de todo porque ya se han drogado con todas las drogas habidas y por haber, han ido a todas las discotecas de Madrid, de España y hasta del extranjero, se han acostado con no se cuantos y se han gastado miles de euros por el camino. A los 30 años están cansados de vivir porque han corrido más de la cuenta, porque a nada que esa persona tenga un cuarto de cerebro va a ser consciente de que tiene una vida profundamente vacía, un trabajo de mierda sino esta desempleado, y que en no pocos casos después de estar siempre rodeado de novietes y novietas a la hora de la verdad con 30 años está en la vida más solo que la una. Son vidas vacías y lo que queda pasados los años del desfase es un sentimiento profundo de fracaso.
 


 

Volviendo al hilo anterior esta programación basura, La Voz, Master Chef Junior, Operación Triunfo, Lluvia de estrellas, etc… crean unas expectativas en los niños y adolescentes de estrellato y de éxito que lógicamente en el 99,9% no se cumplirán y los llevarán a un sentimiento de profundo fracaso, un concepto erróneo del éxito, un estrés insoportable que tendrá consecuencias en sus vidas. Y, como conozco a alguno, gente con la cabeza a pájaros que vive de los sueños y de metas inalcanzables, donde incluso pasados con los 30 como es mi caso algunos aun no se han dado cuenta de que los Reyes Magos son los padres y siguen intentando y planificando su vida buscando el éxito que jamás llegará: jugar en el Real Madrid, ser un actor famoso, triunfar en el mundo de la canción, ser un cocinero de renombre, etc…. Y viven con esa ilusión. Me parece triste, francamente.
 
 
 

Incluso los triunfadores de estos programas, que por un momento consiguen tocar el cielo, sufrirán casi seguro un sentimiento de fracaso cuando su momento de gloria haya pasado y vuelvan a ser Pedrito Pérez Fernández, un don nadie que baja a la panadería de la calle de al lado a comprar el pan.
 
 

Algunos vivirán el resto de sus vidas diciéndose a si mismos y a sus seres queridos: yo fui el número uno, yo podría haberlo sido todo, yo tuve mi momento. Allá cada cual.

Para mas gravedad del asunto estas bazofias se emiten a partir de las 10 de la noche. Con diez años mi madre me acostaba a las 10 o las 10,30 como muy tarde. Programas que luego acaban a las 12 o la 1 o hasta las dos de la madrugada. Evidentemente denotan que son programas protagonizados por niños para el disfrute de los adultos y si a esas horas está un niño viendo la tele más gravedad aun. Imagínense la cara del chiquillo en el colegio si se ha acostado a las dos de la madrugada. Los hay, créanme.
 
 

Muchas veces la culpa no es de los niños, que alentados por la televisión se creen que el éxito y la fama esta al alcance de su mano, sino de los padres. No son pocos los casos de auténticos descerebrados o simples fracasados que intentan compensar en sus hijos sus frustraciones, y como yo no llegué a jugar en Primera División mi hijo tiene que intentarlo a toda costa, aunque tenga que dejar los estudios a los 15 años. Ellos son los verdaderos culpables, pues al fin y al cabo un niño, un adolescente, no tiene la madurez ni el conocimiento que se supone debería tener una persona adulta, y esos adultos con llevar a sus hijos a esos programas solo buscan su disfrute a través del pequeño.
 
 

El formato del casting buscando el talento infantil esta ya más visto que el TBO y solo busca impresionar a un tipo de público que se cree que lo sabe todo y lo ha visto ya todo. De nuevo cada uno de nosotros nos creemos los más listos del universo.

Ya han hecho telebasura con personas, con animales…y con niños.

En cada casa todos opinan y todos se posicionan, existe un jurado formado por personajes famosos, y el show hace al espectador partícipe del espectáculo. Es esencial que el show trate de quehaceres cotidianos donde todos nos sentamos identificados. Un programa sobre ajedrez, sobre matemáticas por ejemplo, no triunfaría. Demasiado para la sociedad de hoy.

Ya se ha perdido la inocencia infantil, ya los niños no juegan en la tele sino que la tele juega con los niños. Es lamentable.
 
 

Quienes nacimos y crecimos en los 80 y primeros de los 90 teníamos otra mentalidad, otra educación y otra televisión que esta a años luz de esta mierda televisiva.
 
 

Yo me quedaba embobado viendo Barrio Sésamo, me encantaban los Aurones, los Fraguel Rock, los Snorkel y todos esos dibujos que echaban por la mañana y después de comer y antes de comer. Recuerdo con cariño y nostalgia cuando alguna vez bajábamos al videoclub a alquilar una película. Comíamos superdeprisa mi hermano y yo para ponernos a verla enseguida, y a veces por la tarde o al día siguiente la veíamos otra vez.
 
 

¿Y hoy? Pues hoy toda esa programación para niños ha sido sustituida por pura bazofia y ladrillos políticos. Debates políticos deleznables para seguir aborregando a la sociedad y cebando a los políticos que nos han hundido nuestras vidas y robado la mitad de nuestro salario. Desde por la mañana pronto y durante toda la mañana hasta la hora de comer política, política y política, y después de comer te plantan una película extranjera lamentable, infumable, echa con bajo presupuesto, y por la tarde y a la noche más ladrillos políticos. Y luego dicen del franquismo….El Nodo era una maravilla cultural.
 
 

 

Lo poco que queda de los dibujos de hoy, y subrayo que es posible que haya perdido la objetividad al haberme  hecho mayor, me parece una soberana basura.

Dibujos chorras sin ningún tipo de gracia, cuando no cosas sórdidas como el Sin Chan que enseñan a ser un vacilón, un cerdo, un guarro y un maleducado. O hasta el Disney Channel transmitiendo valores (entiéndase “valores”) como el matrimonio entre homosexuales.
 
 

 

Los niños se enganchan a la tele porque no hay espacios públicos para que los niños salgan a jugar y relacionarse con otros niños. Primero porque no hay apenas lugares donde jugar, segundo porque los que hay están tomados por bandas latinas o extranjeros de mal vivir y peores intenciones, tercero porque ya no mandamos a nuestros hijos solos ni a la vuelta de la esquina a comprar el pan por miedo a que le secuestren o le pase sabe Dios qué. Y los cuatro parques que hay bien se cuidan de poner una placa de “Prohibido jugar a la pelota”. Con dos cojones. Por no hablar, ya lo expresé en mi entrada “Niños con vidas de adultos”, de la vida que llevan algunos niños de extrema competencia, de obligaciones desmedidas como ir a la academia, hablar inglés, francés, saber informática, aprobar con nota, etc…
 
 

 

Este es el mundo que tenemos de extrema competencia, donde ya no vale tener una carrera universitaria sino que hay que tener dos carreras, hablar cinco o seis idiomas, dos masteres, experiencia en no se cuantas cosas, títulos y cursos. ¿Pero estamos locos? ¿Es que ya el currito o el que no da más de sí está condenado a ser un desgraciado toda su vida? ¿Le tiramos a la basura?

 

No se si me he desviado del tema, pero creo que todo va relacionado.

 
Yo he desterrado la tele prácticamente de mi vida. Antes me gustaba ver el fútbol, ahora ya hasta eso nos lo han quitado, si no pagas no hay fútbol.

 

Espinete ya no existe, ni Don Pimpón, ni los Snorkel, porque Gran Hermano, Sálvame, Al Rojo Vivo, Pablo Iglesias, y Mujeres Hombres y Viceversa los han echado.
 



 

 
Recuerdo que unos dibujos que me gustaban mucho eran Dartacan y los tres mosqueperros. En un momento de la cancioncilla de entrada sale una frase escrita que dice así:
 
 
 

 

“Esta serie basada en la novela de Alejandro Dumas Los tres mosqueteros, pretende a través de sus divertidos protagonistas resaltar dos virtudes que nunca se deben olvidar: EL HONOR Y LA AMISTAD”
 
 
 

 

Es lógico y normal que en una sociedad sin honor este tipo de dibujos ya no tengan cabida, y hasta si me apuran, habrá quien los tache de fascistas y franquistas, algo carca, casposo, algo del pasado no acorde a lo denominado "nuevos tiempos".

Esto es lo que hay. Viva la democracia. Pero no se preocupen, siempre pueden poner la Sexta y ver Al Rojo Vivo o La Sexta Columna, y si se aburren en Telecinco seguro estarán poniendo Sálvame, Gran Hermano o Hombres, Mujeres y Viceversa.
 
 

 

viernes, 20 de noviembre de 2015

En el 40 aniversario de la muerte de Francisco Franco


Franco en el recuerdo 

 

   Se cumplen cuarenta años del fallecimiento del Generalísimo de los Ejércitos, Caudillo de España durante la casi mitad del siglo XX y Jefe del Estado que con mayor acierto impulsó la vertebración de España, el desarrollo económico y la justicia social, en un estado de derecho genuino donde la libertad individual de un orden responsable y solidario primaban sobre los intereses de partido, de clase o de grupo económico, y donde España hacía valer su independencia en el orden internacional, dentro del ámbito geográfico, estratégico, político y económico que le eran propios a la civilización occidental que defendió en esencia y presencia.
 
 
 
 

 

 

 

 

UNA OFENSIVA DE 40 AÑOS

 

Fernando Paz

 

   La triste realidad de España en estos días nos obliga a echar la vista atrás. No es solo porque se cumplan cuarenta años de la muerte de Franco, que también; si a los españoles no se nos hubiera hurtado nuestra propia historia, la comparación entre el régimen anterior y el actual sería inevitable como fenómeno sociológico.
 
 
 

 

   El discurso oficial ha querido dibujarnos un régimen que representó, en el mejor de los casos, una pérdida de tiempo en nuestra historia. Un régimen carente de toda virtud, en el que los escasos aciertos que acaso pudiéramos encontrar no se deberían a Franco, sino a casualidades o a factores externos al margen de toda voluntad del Caudillo, mientras que, a la postre, serían Franco y la propia naturaleza del sistema del 18 de julio los responsable de los innumerables errores y fracasos que jalonarían su historia.
 
 
 

 

   Pero, para los españoles que vivieron durante la época de Franco, el balance del régimen a la muerte del Caudillo era, sin embargo, muy distinto. En noviembre de 1975, un 80% de españoles calificaban de gran pérdida su fallecimiento; en porcentajes menores, se lamentaba igualmente su desaparición, aunque fuese de modo más matizado, dentro de ese 20% restante. Era muy pocos los que manifestaban indiferencia u hostilidad. Así que al esfuerzo de transformar la percepción que los españoles tenían de Franco, han dedicado los medios oficiales no pocos de sus mejores esfuerzos durante largas décadas.
 
 
 

 

   Y es que los españoles de los años setenta tenían, en verdad, buenas razones para considerar la de Franco una pérdida deplorable. Probablemente esas altas cifras de adhesión se incrementarían hoy si aquellos españoles, de los que por razones biológicas van quedando menos, pudieran contemplar el grado de deterioro de la España actual.
 
 






 


   Hay que convenir, sin embargo, en que esos esfuerzos a los que antes nos referíamos han dado sus frutos. Así, los españoles de hoy, narcotizados por una propaganda incesante, tienen una conciencia del franquismo poco o nada acorde con la realidad histórica. Una visión de la historia, sectaria hasta la náusea, consagrada por las leyes de Rodríguez Zapatero, y respaldada de facto por el gobierno de Mariano Rajoy Brey.
 
 
 

 

   Es claro que sin la colaboración de una cierta intelectualidad servil, no habría sido posible diseñar todo un planteamiento que busca, como primera providencia, anular cualquier análisis desapasionado del franquismo. Han comenzando por utilizar el remoquete –hace ya algún tiempo- de “revisionista” para designar a quienes se oponen a que la historia sea manipulada en función de intereses ideológicamente bien caracterizados. Una vez descalificados como “revisionistas”, es sencillo despreciar su obra; como quiera que esa intelectualidad oficialista domina la academia y los medios de comunicación, nada más fácil que ridiculizar a dichos revisionistas, justificando de este modo el silencio al que se ven sometidos.  
 
 
 

 

   Resulta curioso comprobar cómo la historiografía progresista se ha empleado a fondo para desmontar todos y cada uno de los principales méritos del régimen del 18 de julio, aún cuando hacerlo suponga sostener algunas tesis sonrojantes. La ausencia de una respuesta articulada en esos mismos medios oficiales –por temor, por mala fe, por mera supervivencia- es perfectamente comprensible; la rebelión representa una segura condena a la marginalidad para quienes pretendan una mínima defensa de la verdad histórica, una expulsión de la centralidad intelectual que es, en sí misma, suficientemente disuasoria.
 
 
 

 

   Esta historiografía se ha esforzado por destruir los cuatro pilares esenciales sobre los que podría establecerse una valoración positiva del franquismo: la neutralidad española durante la segunda guerra mundial, la salvación de judíos por parte del régimen, la transformación socioeconómica y cultural sin precedentes que vivió España entre los años cincuenta y los setenta, y la transición a la democracia.
 
 
 

 

   Aunque la valoración que hacen los españoles de estos hechos históricos es bastante desigual, esa visión negativa de nuestra historia ha sido consagrada como oficial, y se ha trasladado a los libros de textos y a los programas oficiales de bachillerato y a las universidades.  

 

   Por obvias razones de funcionalidad política, donde ha alcanzado su cenit la manipulación histórica - como si de un crescendo orquestado se tratase- es en el tratamiento de la transición. La mutación aquí experimentada proporciona un fiel retrato de las intenciones de los manipuladores. Sustitutivo del orgullo nacional durante décadas, la transición ha venido siendo desnaturalizada desde que, en los años ochenta, los socialistas quisieron reescribirla, y la transformaron en un proceso dirigido y protagonizado por la izquierda, que nos condujo desde el infierno dictatorial a la arcadia democrática. Según dicha versión, los franquistas –y con ellos, el propio régimen- jugaron un papel subordinado, en todo caso amenazante para el proceso, una rémora que se resistía, en el fondo, a la apertura.
 
 
 

 

   En esencia, la transición habría sido un episodio en el que el pueblo fue el protagonista y en el que el rey nombrado por Franco, los políticos franquistas y las instituciones del régimen, apenas habrían acumulado mérito alguno más que el de sumarse a una corriente popular poderosa e inexorable que, de otro modo, los hubiera arrollado a todos ellos. Durante tres décadas, la doctrina oficial juzgaba el protagonismo de las fuerzas de izquierda como el decisivo. Y lo hacía en la medida en que la transición misma era vista como ejemplar y valorada en consecuencia.
 
 
 

 

   Hace ahora una década más o menos –el 2004 es un año crucial para comprender lo que está sucediendo en todos los niveles de la sociedad española-, sin embargo, fue cristalizando un relevo generacional que representó la retirada del proscenio de los hierofantes de la sacralización transicional, tanto los políticos como los intelectuales. La fábula de la reconciliación se terminó y parecieron sonar los clarines de la venganza.
 
 
 

 

   En las universidades y en los medios comenzó a abrirse paso una tesis que, hasta el momento, solo sostenía la izquierda más extrema: la transición fue el reciclaje de unas élites que trataban de salvarse, y poco más. Todo lo que sucedió fue que se modificó la arquitectura política para no cambiar lo esencial de la estructura más profunda.

 

   Esta idea no deja de ser una tautología, puesto que resulta inevitable que se produzca una cierta continuidad allá donde no tiene lugar una revolución; pero eso no puede oscurecer la rápida circulación de las elites que se ha producido en estos años, los ascensos y caídas, los surgimientos y las desapariciones. Pero ello no disuadirá a los impugnadores: la perogrullada, pretenciosamente formulada, adquiere visos de ser revelación de una verdad hasta ahora incognoscible pues, como Koestler escribió, el manejo de una jerga adecuada puede hacer pasar al más idiota de los hombres por persona inteligente.

 

   Funcionalmente, el cuestionamiento del proceso de transición como una mera prolongación del franquismo, como un reciclaje de elites que tratan de perpetuarse, ha servido para convertir a la transición en el pecado original del sistema actual. El desmoronamiento del régimen del 78, con toda su corrupción a cuestas, necesitaba justificarse como causado por su procedencia franquista; y ahora sí. Ahora, cuando la transición es repudiada y condenada, es cuando se admite su verdadera naturaleza y su origen franquista.
 
 
 

 

   Lo que todo esto evidencia es la adulteración que la Historia viene sufriendo en las últimas décadas y su absoluta sumisión al poder constituido. La Historia sea convertido en la criada del poder político, ideologizando las mentes y las conciencias. De su antigua independencia ya no queda ni la ficción, pero a casi nadie parece importarle lo más mínimo. La consagración de tal estado de cosas es la inicua ley de Memoria Histórica, expresión específicamente totalitaria por la que el poder político se ha autoarrogado la capacidad de decidir qué es verdad y qué no lo es.
 
 
 

 

   En el cuarenta aniversario de la muerte de Franco, bien podríamos comparar el final de un régimen con el final del reinado del sucesor de Franco a título de rey. Tenemos la seguridad de que ningún intelectual oficialista lo hará. Los datos serían, sencillamente, abrumadores. Ese salto cualitativo que vivió España, la conversión de un país rural y atrasado en otro moderno y urbano, la homologación de España con Europa –la convergencia con los principales países europeos era casi diez puntos superior en 1975 que en 2015- no merecen la discusión; la evidencia de la prueba es tan enorme que aún no se han atrevido a cuestionarla mediante asalto frontal.
 
 
 

 

   Sin duda, el gran legado del régimen a España, como el propio Franco señaló complacido, fue creación de la clase media, que hizo inviable los enfrentamientos que hasta el segundo tercio del siglo XX habían jalonado nuestra historia contemporánea. Una clase media que, además, protagonizó el despertar de una sociedad secularmente adormecida; pero, sobre todo, una clase media que sostuvo como valores eminentes la decencia y la honradez, junto al mérito y al esfuerzo. Más que ninguna otra cosa, quizá esas decencia y honradez hayan constituido la naturaleza misma de aquella España.
 
 
 

 

   Más que el desarrollo, más que el crecimiento económico, más que la universalización de la cultura; la decencia y la honradez, en agudo contraste con la triste estampa que nos devuelve la sociedad actual.

 

   A fines del régimen de Franco, el español era una persona ilusionada y atareada, con amplias perspectivas de futuro para él y los suyos. El presente era mejor que el pasado que había dejado atrás, y estaba seguro de que el futuro de sus hijos sería aún mejor que su presente. Sentía un legítimo orgullo por lo que había conseguido y se consideraba parte de una nación importante en el mundo.
 
 
 

 

   Aquella honradez y aquella decencia son hechos incontestables. Cualquier historiador sabe lo que revela el índice de suicidios acerca de una sociedad; pues bien, en un dato enormemente elocuente, el régimen de Franco presenta una tasa de suicidios muy inferior a la actual. La percepción social es que la vida merecía la pena ser vivida.
 
 
 

 

   Por otro lado, sólo un alto grado de salud social explica que en la España de 1975 la cifra de presos no llegase a 9.000 reclusos: menos de la décima parte de población carcelaria de la que existe en esta España del 2015 (y la tercera parte que la de la república). Con unas leyes más duras de las actuales, la tasa de población carcelaria era –teniendo en cuenta la diferencia poblacional- unas siete veces inferior a la de hoy día. Pocos datos más demoledores.  

 

   Tales datos me parecen más sustantivos aún que las impactantes cifras del desarrollo económico y social, porque revelan el alma de un pueblo. Así mismo se me antoja no menos significativa la transformación experimentada por España en estas cuatro décadas.
 
 
 

 

   ¿Habrá alguien que piense que es casual el que en las últimas cuatro décadas la figura de Franco haya sido expulsada de la memoria de los españoles, precisamente por aquellos que han arruinado materialmente y moralmente España?