jueves, 14 de mayo de 2015

Prisiones laborales


En la vida hay trabajos y trabajos.

No es lo mismo trabajar de lo que a uno le gusta que de lo que uno detesta o directamente odia. Imagínense alguien con vértigo trabajando de piloto de aviones. Sería impensable, o alguien que ve un avión con la misma pasión que yo veo un grifo. En cambio para otros donde yo me incluyo como aficionado a la aeronáutica sería un sueño, algo impensable en el sentido que uno no puede creerse que te paguen (y además bien) por hacer algo por lo que pagarías tu por hacer, por algo que es un placer. Luego en todos los trabajos hay momentos buenos y malos y momentos es lo que hay que ganarse el sueldo.
 
 
 

 

Mi padre siempre me dijo desde pequeño: trabaja en algo que te guste y no tendrás que trabajar ni un solo día en tu vida. Añadiría yo: trabaja de algo que detestas y serás un ser amargado toda tu vida, y amigo vivir amargado es de lo peor que a uno le puede suceder en la vida, mucho peor que padecer una enfermedad o sufrir otro tipo de desgracias. El sentimiento de amargura es de lo peor que podemos albergar en nuestro ser. Se puede vivir bien, mal o regular, y de muchas formas incluso siendo pobre se puede ser feliz, lo que no se puede vivir es amargado.
 
 
 

 

Tengo 31 años, me he pasado toda mi vida estudiando para labrarme un futuro digno, tragando mierda en trabajos basurientos para ganar cuatro perras gordas para mis gastos, luchando con la vida para acabar teniendo un nivel de vida aceptable, un trabajo digno que no sea de reponedor en un centro comercial o de cogecajas en un almacén. Pues lo único que tengo claro es que después de toda la vida estudiando, luchando, sacrificándome, quedándome sin vacaciones para ganar un dinerillo, lo único que me queda en claro con 31 años es que no he hecho otra cosa más que trabajar en trabajos basurientos por empresas de trabajo temporal, auténticas alimañas sin escrúpulos que viven cual parásito o garrapata del trabajo de los demás por no hacer prácticamente nada. Voy a dar un dato demoledor: yo con 31 años aun no se que es irse de vacaciones una semana cobrando tu sueldo. Lo desconozco.
 
 
 

 


 

Ahora estoy trabajando motivo por el cual apenas tengo tiempo para escribir. Estoy trabajando en unos de esos trabajos -prisión, luego definiré el término.
El único consuelo es que está bien pagado relativamente para los tiempos que corren, ahí se termina todo lo bueno. Me pilla lejos de casa, el trabajo es odioso hasta decir basta, llego a casa reventado y dolorido, un trabajo de esos que llevas dos horas en faena, aun te quedan seis y parece que llevas allí metido tres semanas sin salir. Un trabajo de esos que solo les falta atarte una cadena al tobillo como a los esclavos antes.
 
 
 

Hay personas que esto no les importa y no solo no les importa sino que desean eso. Tener un trabajo a turnos de 7 a 3 y de 3 a 11 el resto de su vida. Ir, hacer durante 8 horas un trabajo rutinario, el que les manden, así un día, otro día, una semana, un mes, un año, dos , cinco, treinta, etc…Cobrar a final de mes e irse un mes de vacaciones a Benidorm. Yo esa vida no la quiero ni regalada, y esa vida es la que llevo ahora. Bueno, ni esa, pues yo no tengo derecho a tener vacaciones, ni pagas ni nada, casi ni a faltar un día, y el día que menos te lo esperas te echan. Cuando digo trabajo rutinario, hay que matizarlo pues al final casi todos los trabajos son rutinarios, quiero decir hacer un trabajo odioso: vigilar una máquina que pega una pieza de plástico, cargar una cinta de cajas de cartón, coger unos corchos que vienen por miles en una cinta y meterlos en grupos de 10 en una bolsa, etc…Todo ello a producción.
 
 
 

 
 Yo no tengo trabajo fijo, no tengo derecho a vacaciones, no se cuando me van a echar. Solo se que salgo de mi casa a la una para fichar  a las dos en un trabajo que odio profundamente, hago la misma mierda ocho horas todos los días de lunes a viernes de 2 a 10, ficho y me vuelvo a mi casa, y ahora quieren que también vaya a trabajar los sábados al mismo precio que un martes, pero ese es otro tema….




 

Para una persona como yo que ama la libertad, que ama sentirse libre de sus actos y de su destino, que ama profundamente el campo, la naturaleza, sentirse libre, coger la bici y salir a DISFRUTAR con ella y con tu cámara de fotos y una botella de agua , estar metido en un lugar así es una auténtica tortura que te afecta y te machaca mental y físicamente hasta límites inimaginables. Cuando me preguntan que tal el trabajo siempre respondo: físicamente agotador, psicológicamente demoledor, te destruye.

Me considero una persona responsable y capaz, y no me gusta tener un jefe encima dándome voces ni vigilándome que hago o dejo de hacer. Preferiría mil veces conducir un taxi por ejemplo antes que tener el trabajo que tengo actualmente.
 
 
 

 
Este tipo de trabajos son cárceles laborales. Así lo digo porque así lo pienso. Igual que el preso ha de ir a dormir a prisión y fichar para dar testimonio que ha cumplido con su obligación de pernocta, tú vas a trabajar, fichas a la hora estipulada, haces tu trabajo, vuelves a fichar y te vas hasta el día siguiente. Y así toooodos los días. Son trabajos donde no tienes ni un ápice de libertad, donde durante 8 horas eres un reo, un mandao, donde desde el primer momento en el que llegas te das cuenta lo que eres allí: una auténtica mierda, lo último, lo más bajo. Pura mano de obra, un maldito número que produces “x” piezas a la hora.
 
 

 
Para más INRI son trabajos donde estas metido en una nave donde desconoces generalmente si fuera nieva, graniza o hace un sol de justicia, y a su vez esa nave está rodeada por un perímetro vallado que solo falta estar electrificado vigilado por uno, dos o tres de Prosegur. Sueles estar rodeado de un ruido atronador. No tiene nada que envidiar a una cárcel. Bueno en prisión en teoría hay silencio.
 
 
 

 
Si mañana yo tuviese un accidente o me muriese nadie me echaría en falta ni derramaría una lágrima o una oración por mi. ¿Qué se ha muerto? Vaya lo siento. Y entonces cogerían el teléfono a renglón seguido para llamar a la ETT para que mandasen a otro y a seguir produciendo “x” piezas a la hora. Este es el mundo en el que vivimos.

 

Siempre he tenido claro que esa vida no iba conmigo, y hace tres años decidí ponerle remedio de forma drástica. Sufrí padecí Dios y ayuda para conseguir la meta. Hoy tres años después puedo decir sin temor que gracias a la herencia de ZP y los suyos y ahora gracias a Rajoy, Montoro y toda la banda de sinvergüenzas del PP aun no he podido ejercer la profesión por la cual luche tanto para obtener el título. Una profesión bonita, libre entre comillas, bien pagada hasta ahora (veremos a ver que pasa). Un trabajo donde cada minuto no es una pena capital, un latigazo en la espalda o una voz detrás diciéndote lo que tienes que hacer.
 
 
 

 

En mi caso además como un castigo, como un martirio, como cuando Hitler tras invadir Francia hizo firmar el acto de rendición a Francia en el vagón donde años antes Alemania había firmado su derrota, he de pasar a la ida y la vuelta no por uno sino por dos aeródromos, uno civil y uno militar, y ver lo que podría haber sido y no fue, uno de mis sueños fracasados, los aviones. Pero el martirio no acaba ahí, pues siguiendo mi camino de 40 km hasta mi trabajo he de pasar con el coche por unos parajes muy bonitos, campos de labranza, de cultivo, donde puedo ver rutas preciosas en bicicleta, campos de siembra, conejillos y muchas aves volando en libertad recordándome el valor de esta palabra tan prostituida por nuestros nefastos gobernantes.
 
 
 
 
 
En ese momento uno no desea ni ser rico, ni que te toque la lotería o tener un cochazo impresionante. En ese momento a la 1.30 cuando uno va asqueado a hacer un trabajo que odia durante 8 horas uno solo desea con toda su alma ser libre, poder dar la vuelta con el coche a casa, coger la bici y disfrutar de una tarde espléndida en LIBERTAD, disfrutar de la vida. Uno se plantea de verdad para que sirve el dinero, para que sirve meterse en la web del banco y ver que pone “tiene usted x.xxx,xx euros). Al final eres un maldito esclavo laboral. Del aire no se vive, para comer hay que trabajar, etc… Ya lo se, no he nacido ayer.
 
 
 

 

Muchas veces con amigos o familia he hecho la siguiente reflexión, y es si de verdad si no estamos tirando nuestra vida a la basura para hacer felices a otros y que sean esos otros (en no pocos casos gente con una avaricia desmedida y sin escrúpulos) quienes cumplan sus sueños además de hacerse ricos con nuestro trabajo. O sea, empeñamos nuestras vidas a trabajar muchas veces en trabajos mal pagados, en trabajos que odiamos, entregando lo más valioso que tenemos, nuestro tiempo y nuestra salud, para que de lo que ganamos el estado te robe, directa o indirectamente prácticamente la mitad de tu sueldo, la otra mitad prácticamente para pagar la vivienda (el alquiler o la letra si es en propiedad) y tan solo, de todo el dinero que uno gana, te queda una minúscula parte para poder disfrutar de él, que no puedes porque has de ahorrarlo por lo que pueda pasar. Siempre he dicho que el dinero esta para disfrutarlo. ¿Y esto es vida? ¿Trabajar ocho, diez, doce horas para ni tan siquiera poder disfrutar el dinero? Para que el día que te mueras y el dinero que has ganado honradamente trabajando como un burro ni siquiera se lo puedas dejar a tus hijos porque el estado en ese impuesto aberrante, ladrón, que es el sucesiones, se quede con una gran parte de TU DINERO por el que ya has pagado. ¿Pero esto que es? ¿Esta es la vida que queremos vivir? Trabajar de lunes a viernes (y sábados y domingos) para pagar un piso que tiene un precio desproporcionado?  Levantarte, irte a trabajar durante todo el día para otro en una cosa que odias, volver a casa y acostarte. Y mañana otra vez, y al otro otra vez. Sinceramente envidio a la gente de otros países que decimos viven en la pobreza (entiéndase en el buen sentido) pero siendo pobres ni les sobra ni les falta.
 
 
 

En mi pueblo hay gente así. Gente de 60 y pico años que recibe una paga por el motivo  que sea o cobra una pequeña pensión, o trabaja haciendo chapucillas de lo que va saliendo, y viven de una forma humilde pero en una total libertad. Tienen su motillo o su quad en la cual van al huerto donde siembran unas pocas patatas, tomates y hortalizas varias , curan las olivas y en verano se salen la fresco a la puerta de casa (que costumbre tan española) y en definitiva disfrutan de la vida. Mi vida de ensueño sería esa. Vivir de una forma humilde, sin lujos, ganarme mi pan trabajando pues así lo dicen las Santas Escrituras (ganarás en pan con el sudor de tu frente) pero ser libre de mi mismo y no un esclavo, pues formas de esclavitud hay muchas.
 
 
 

 

Puedo afirmar con la cabeza bien alta que el tiempo que he estado en el paro sin trabajo, pese a lo mal que lo he pasado y los recortes brutales que he tenido que hacer en mi economía doméstica (y aun sigo haciendo) me ha servido para disfrutar de una forma muy humilde y sencilla de mi libertad, que es lo más preciado que tenemos. Lo he pasado muy mal, porque estar sin trabajo, vivir sin poder gastarte el dinero en una coca cola es durísimo, pero también he disfrutado mucho de todo este tiempo.
 
 
 

 

Dicho todo esto quiero añadir más. Disto bastante como creo que ha quedado claro en este blog de la chusma de Podemos, pero no porque sean chusma o demagogos del tres al cuarto hay cosas que lleven razón, porque la verdad solo tiene un camino venga de donde venga, y es que no puede ser vivir en un mundo donde el dinero sea más importante que las personas, donde a las personas se las trate como máquinas de producción, como el que compra un martillo o un alicate que lo usa hasta que se rompe y luego se tira a la basura. No puede ser seguir viviendo en un país donde hay casas vacías y gente sin casa o donde el que no tenga dinero para pagarse un médico o una universidad se le eche a un cubo diferente. No puede  ser seguir viviendo en un mundo donde el 2% de la población acumula el 96% de la riqueza mundial. No puede ser seguir viviendo en un país donde hay gente matándose a trabajar y gente que no puede trabajar. No puede ser.
 
 
 

 

Para mí, y con esto termino esta entrada, mi mayor símbolo de paz, de libertad, de tranquilidad, es mi pueblo. Sus calles, sus caminos por al sierra, sus montañas,  su carretera, su riachuelo, todo. Y si me tuviera que quedar con un lugar y un momento en concreto elegiría el huerto de mi abuelo en una tarde del mes de Julio-Agosto ya hacia las 8 de la tarde cuando ha caído el sol. Normalmente acudimos a esa hora al huerto para regar lo cultivado y echar de comer a los peces de la alberca.
Hace una temperatura ideal, hay unas encinas que ofrecen una sombra realmente agradable, todo está en silencio salvo los sonidos de la naturaleza como los pájaros cantar o el leve movimiento de las encinas con la escasa brisa que suele existir en esa época, se respira aire puro de verdad y el paraje es para quedarte allí sentado hasta el anochecer, momento en el que no es nada extraño que pudieras ver algún corzo que baja a beber al río.
Esa es mi libertad auténtica y verdadera. Esa es la antítesis de mi día a día diario donde, como cada día dentro de un rato, acudiré a las dos a fichar para hacer un trabajo que odio hasta las diez de la noche, momento en que volveré a mi casa con la espalda rota, el hombro dolorido y el brazo margullado a ducharme, cenar y acostarme, con 50 euros más en el bolsillo, vacaciones y pagas incluidas.
 
 



 

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