sábado, 11 de febrero de 2017

Roma no paga a traidores

La presente historia la enmarcamos en el periodo en la cual Roma pretendía hacerse con el dominio de la Península Ibérica. Los romanos luchaban contra Cartago por el control del Mediterráneo, mientras en la otra parte de la península, en la actual Portugal un pueblo autóctono de los iberos, los lusitanos, se enfrentaban al poder de Roma. 




Lo que hoy es la Península Ibérica, era conocida como Iberia por los griegos, más tarde los romanos la denominarían Hispania, y de aquí a España no hay más que un paso. 

Por aquel entonces lo que hoy es Portugal y parte de Extremadura, lo habitaban un pueblo de pastores, los lusitanos, que luchaban contra el poder de Roma, por la simple supervivencia de su forma de vida, de sus tierras y su independencia. 






No sabemos los motivos exactos, pero el caso es que el pretor romano Galba tendió una trampa a los jefes lusitanos haciendo una escabechina entre ellos. De esta traición nacería un personaje que se haría famoso en toda la Península Ibérica; su nombre Viriato (Viriathus). No se sabe su lugar de nacimiento, pero se cree que sería sobre el 180 a.c. siendo asesinado por los romanos en el 139 a.c. 




En la escuela nos enseñaron que Viriato era un pastor lusitano que venció a los romanos en repetidas ocasiones, ciertamente así debió ser, pero también demostró ser un estratega de primer orden, estableciendo una guerra de guerrillas que unido al conocimiento del terreno, y a la movilidad de sus guerreros, permitió vencer uno tras otro a todos los generales romanos que le iban enviando. 

Así durante el periodo del 147 al 139 antes de Cristo, venció sucesivamente a Cayo Vetilio, Cayo Plancio, Unimanus y Cayo Nigido, todos enviados por Roma para aniquilarlo. Por útlimo Serviliano Cepión llegó a un tratado de paz con Viriato, pero el senado de Roma no quiso ratificarlo y así Marco Pompilio Lenas sobornó a Àudax, Ditalco y Minurus que habían sido enviados por Viriato al campamento romano para firmar la paz. 

A la vuelta de los traidores al campamento de Viriato, estos lo mataron mientras dormía. 




Cuando los asesinos fueron en busca de la recompensa prometida por Marco Pompilio, el cónsul Escipión ordenó que los tres fueran ejecutados por traidores, al tiempo que les decía 

"Roma no paga traidores"





En España, creo que es más que evidente y muy triste,ya no es que no se pague a traidores, sino que además de pagarles se les recompensa muy bien por su labor.

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