domingo, 18 de enero de 2015

Pedro e Isidro

Vivimos en unos tiempos en los que nadie hace nada por nadie. Todos lo decimos, yo lo digo habitualmente, asqueados de este mundo egoísta, interesado, cutre, materialista y en esta España de pillos y sinvergüenzas ya no digamos donde no se mueve una piedra  en el campo sin que haya una jugosa comisión de por medio, pero no es verdad. No es cierto que nadie haga nada por nadie porque sí hay muchas personas que hacen muchas cosas gratis y sin esperar nada a cambio.




 
El miércoles por la tarde, harto de aburrimiento salí de casa a comprar una cosa y por el camino me he encontré con una persona, un amigo porqué no decirlo así, antiguo entrenador mío de fútbol en juveniles. Una persona excelente del que solo puedo decir cosas buenas de ella y de la cual guardo el mejor de los recuerdos y me encanta encontrármela de vez en cuando por la calle para charlar cinco minutos.

Entonces me ha dado una mala noticia y es el fallecimiento de una persona del club en el que jugué durante diez años y donde me formé como la persona que soy, desde los diez años hasta los 20 y donde luego pasé como entrenador un año.

 Con él se va el gran símbolo que quedaba de la entidad pues hacía unos años también nos abandonó el que fuera el presidente y fundador del club Isidro.

 

Esa persona que falleció el pasado mes de Noviembre llamada Pedro, fue…fue todo en ese club. De repente se encontró mal, fue al médico donde le mandaron directo al hospital. Ingresó allí y en 20 días murió de un cáncer. Tan duro y real como la vida misma.

Fue mi entrenador varias temporadas. Querido a veces, repudiado otras, como la vida misma. Pedro no solo entrenaba, también era el secretario técnico del club, oficinista, recepcionista, director deportivo, jardinero, camarero, lavaba la ropa, la colocaba, llevaba las cuentas, pagaba, llevaba a los chicos en el coche….. Podría llenar cinco páginas contando todo lo que hacía Pedro en el club. Y todo lo hacía GRATIS. Si señores, gratis. Sin cobrar nada. Era simplemente su vida y allí llevaba haciéndolo lo menos 25 años. Poseía un pequeño bar en Canillejas, era su trabajo. Madridista al 100%, enamorado de jugadores como Pujol y Morientes, sus dos preferidos.
 
 
 

 
Seguramente Pedro no fue el mejor entrenador que ha pasado por el club, doy fe de ello. Tampoco sería la persona más simpática que he conocido, ni la más abierta, ni la más…pero era sencillamente Pedro, la más entregada. Un hombre que amaba el fútbol y amaba a aquel club más que su propia vida. Un hombre que dedicó su vida al servicio de los demás sin esperar un gracias, al igual que Isidro.

Le encantaba tomar las riendas de los equipos cuando la cosa se ponía fea y había que sacar el látigo. Le encantaba meter cuatro voces en el vestuario en el descanso para hacer reaccionar al equipo. Le encantaba tomar el mando y mandar, ser la autoridad. Le encantaba recordar qué significaba el escudo que llevábamos en el pecho, recordarnos que nadie estaba sobre las siglas del club fuera quien fuera. Le encantaba recordarnos lo que significaba ponerse aquella camiseta. Le encantaba soltar al algún improperio en la banda cuando el árbitro empezaba a pasarse de la raya. Tengo mil recuerdos de él. Diez años yendo a entrenar tres veces por semana y jugando el partido el fin de semana dan para muchísimo.
 
 
 

Recuerdo cierto verano que estaba ya muy quemado por circunstancias que no vienen al caso y me fui a hablar con él a la oficina pensando en cambiar de aires, marcharme a otro club. Mes de Julio. No estaba en la oficina. Estaba regando las plantas de un invernadero que se sacaron de la chistera para vender plantas y financiar los gastos del club. Como veis no engaño: jardinero, y de jardinero a secretario técnico y de secretario técnico a telefonista y de ahí a mozo de almacén para terminar de conserje. Pedro hacía de todo. Mantuvimos una agradable charla, casi de amigo a amigo, porque en la cercanía era un hombre que te convencía, y me convenció para que me quedase. En otra ocasión egoístamente me quejé por no ser titular, digo egoístamente pues ahora con los años creo que no estaba dando ni por asomo lo mejor de mí sobre el campo, y él volvió a calmarme dándome confianza y prometiéndome minutos.

Recuerdo en otra ocasión que a mitad de temporada nos visitaba el líder. Nosotros estábamos haciendo una campaña discreta, íbamos hacia mitad de la tabla tirando hacia arriba. Recuerdo que se tiró toda la semana repitiendo que íbamos a ganar al líder. Ninguno le tomamos en serio. Pues ganamos. ¡Qué partidazo y qué emoción!
 
 
 

En otra ocasión recuerdo que era la última jornada y nos jugábamos el ascenso de categoría. Teníamos que ganar, solo nos valía la victoria. Empezamos perdiendo y a falta de diez minutos empatamos tras todo el partido asediando la portería rival sin éxito. El equipo se echó adelante buscando desesperadamente el segundo gol. Recuerdo que yo, jugando de defensa quedé atrás prácticamente solo junto al portero y un lateral, y cada contragolpe del rival era prácticamente un uno contra uno, una ruleta rusa. Cada vez que me venía el balón temblaba pues el resto ya apenas si podían bajar a ayudar. Y en el minuto de descuento…¡penalti a favor nuestro! Recuerdo que a Pedro tuvieron que llevársele del campo porque estaba a punto de sufrir un paro cardiaco sin exagerar nada. Gol, final del partido y ascenso conseguido.
 
 
 

Recuerdo que en otra ocasión, a final de temporada se celebraba un torneo memorial en recuerdo de otra persona que no conocí y que falleció en un entrenamiento en el mismo campo de fútbol. Normalmente para los que hemos mamado el club desde abajo sabemos de la importancia de ese partido, un valor simbólico, donde además solían invitar a equipos de primer nivel como el Rayo Vallecano, el Atlético de Madrid o el Real Madrid por lo que además eran un buen escaparate.

Yo por aquel entonces jugaba en el Juvenil B y me entrenaba la persona de la que hablé al comienzo que me dio la mala noticia del fallecimiento de Pedro. Este entrenaba al Juvenil A. Nosotros ese año jugamos contra el Coslada, que no era un equipo ni mucho menos de primera fila, pero tampoco era moco de pavo. Vinieron a darse un paseo y salieron escaldados, porque les ganamos tras un partidazo de mayúsculas. Recuerdo que jugamos un partidazo impresionante que bien pudo ser un resumen de aquel fantástico año que conseguimos también el ascenso de categoría. Cuando acabó el partido vino Pedro a hablar conmigo para decirme que viniese al día siguiente Domingo a jugar con ellos, con los mayores, con el Juvenil A. El Juvenil A jugaba con el Atlético de Madrid y con el Real Madrid. Yo no me lo podía creer. Me tiré todo el sábado descansando para estar al día siguiente lo mejor que pudiese recuperar el cuerpo. La verdad fui muy agradecido a Pedro por la confianza depositada en mi, pues jugadores tenían de sobra donde elegir y en su propio equipo, pero no albergaba mucha esperanza de jugar mucho tiempo pues yo allí era el último mono. Primero partido contra el Real Madrid, da la alineación titular y aparezco en ella. No me lo creía. Tras un percance con los cordones de las botas que algún día contaré recuerdo que jugué un partidazo espectacular. Salí muerto de cansancio pero totalmente satisfecho de haber cumplido más que sobradamente. La única pega era que si había jugado el primer partido el segundo ya no le jugaba, pues normalmente la norma del club era hacer dos equipos para que jugásemos todos aquel día tan especial y no hacer a nadie de menos. El segundo partido era contra el Atlético de Madrid y yo nunca había jugado con el Atleti, asique me quedaría con las ganas. Entramos al vestuario, dice la alineación donde cambia a todo el equipo salvo a dos: uno de ellos yo. Alucinaba la confianza que tenía en mi y que yo siendo el último mono en llegar fuese a jugar el partido más mediático de la temporada, el que todos querían jugar. Muy cansado salté al campo, compensando el desgaste de llevar dos partidos en menos de 24 horas al máximo rendimiento y a punto de jugar el tercero con la tremenda ilusión y la fe ciega de demostrar mi valía  y de saber que aquello que estaba sucediendo lo recordaría toda la vida. No recuerdo ya cómo quedamos (creo que perdimos como es lógico ante un equipo de tal envergadura) pero volví a jugar un partido sensacional evitando una goleada mucho mayor. Pedro fue el artífice de que hoy pueda contar con tanto cariño aquellas jornadas inolvidables gracias a la confianza que depositó en mí.
 
 
 

Anécdotas de él hay mil más como para estar hablando un mes.

 Y frente a él, como presidente, el que también se nos fue: Isidro.

Isidro fue el presidente, el mandamás. El que creó la idea y fundó el club desde la nada, nuestro particular Santiago Bernabéu.

 
Fue delegado de CCOO tras la muerte de Franco, cuando en esa época había sindicatos de verdad que se jugaban algo más que el dinero, gente desinteresada dispuestas a partirse la cara por los trabajadores a quienes representaban, vamos como hoy que van con la VISA oro, conducen coches de ricos y llevan rolex de oro.

Siempre en el despacho, siempre descamisado hasta el tercer-cuarto botón, liado con un montón de papeles de fichas, reconocimientos médicos, facturas, asuntos municipales o sabe Dios qué, pero siempre trabajando para el club, para nosotros. Cómo no pudo tener hijos adoptó a dos niños, uno de ellos deficiente que falleció en un trágico accidente.

Puedo contar un montón de historias. Cómo cuando volví al club y me recibió con los brazos abiertos o sus habituales palabras en las comidas de final de temporada.
 
 
 


Recuerdo de niño el primer año que jugué al fútbol 11 en este equipo que el campo quedaba cerrado por un muro de ladrillo perteneciente a una base militar cercana. El ayuntamiento lo derribó para ensanchar la calle con la promesa de levantar un nuevo muro. Como era de esperar no cumplieron su promesa y cuantas veces tuvimos que ir al ayuntamiento a manifestarnos para pedir la dichosa valla. Él estaba detrás de aquello. No había intereses políticos, ni personales. Había puro altruismo. Al final pasado un año y pico y tras muuuuucho dar la murga nos pusieron la dichosa valla.
 
 
 

 
Gracias a esas dos personas, entre otras tantas como Ignacio que también siempre andaba por allí ayudando en cualquier cosa, aquel que atendía el bar que no me acuerdo como se llamaba (creo que le llamaban “el pali” de paliza, quizás era un tío muy pesado), el “chuchi”, un tío admirable, encargado del mantenimiento, un tipo que iba allí a TRABAJAR un sábado o un domingo a las 8 de la mañana en lo que nadie quería hacer (poner las redes, alisar el campo, pintar las líneas etc…), las mujeres de Isidro y Pedro y algunas más que iban a lavar la ropa, secarla, doblarla y colocarla. Gracias a estas personas el club como entidad es hoy lo que es, un club muchísimo más grande que aquel que yo conocí de niño en el año 94 cuando llegué allí, total solo han pasado 21 años.
 
 
 

Gracias a ellos ahora en el club juegan el doble de chicos que cuando yo empecé, gracias  ellos hoy no empiezan en alevines con 10 años sino que empiezan desde chupetes con 4 o 5 años con muchos más medios, gracias a ellos hoy hay un equipo femenino, gracias a ellos tenemos un himno, gracias a ellos los jugadores pagan una cantidad ridícula para jugar al fútbol porque ya por el volumen y los gastos es imposible mantener aquello sin una mínima aportación, gracias a ellos donde ayer había un campo de tierra hoy hay un señor campo de césped artificial  precioso y no solo el propio terreno de juego que ojalá le hubiese podido disfrutar yo sino los alrededores. Gracias a ellos el club es hoy lo que es.
 
 
 

 
Cuando yo empecé a jugar al fútbol en este equipo en el año 1994 con diez años (pues a jugar empecé en el equipo del colegio con 8 años año 1992) aquello era la mitad de la mitad de lo que es ahora.

Cuando yo empecé a jugar no había campos de césped sino de tierra. El día que jugabas en un campo de césped era algo anecdótico, histórico, algo para contar a tus nietos. Hoy en lugar del campo de tierra donde he tragado barro y polvo en cantidades industriales durante dos lustros hoy hay un campo de césped artificial impresionante donde no se hacen charcos y donde el que es un manta no tiene la excusa del campo y de que el balón me ha botado mal.

Cuando yo llegué allí los alrededores, el recinto en sí era un lugar abandonado, repleto de chatarra y mierda donde se formaban barrizales con la lluvia y donde los hierbajos crecían a su antojo. Hoy hay jardines, baldosas, vallas, rosales, un invernadero.
 
 
 

Cuando yo empecé a jugar los vestuarios eran los antiguos vestuarios de los trabajadores de la fábrica que existía antaño  en los terrenos donde hoy está el campo de fútbol. Hoy hay unos vestuarios de primera a pie de campo. Cuando yo jugaba los últimos no tenían agua caliente para ducharse porque el termo no daba más de sí.

Cuando yo jugaba no cobraban dinero a los chicos que jugábamos al fútbol. Aquello sí que era cuadrar las cuentas. Aquello sí que era el milagro de los panes y los peces, sacar tanto de tan poco. Igual que nuestros políticos. Algunos se podían aplicar el cuento. Eso sí que era economía con mayúsculas.
 
 


 

Recuerdo que cuando jugábamos en casa al finalizar el partido, sea cual fuera el resultado nos daban un bote de Coca Cola o de Fanta gratis y a veces hasta un bocadillo si era un caso excepcional. Para mi de niño aquello era….no puedo expresarlo…como si ahora me invitasen a comer en un restaurante. Una Coca Cola por 20 niños por no se cuantos equipos…es mucho dinero para un club humilde.
 
 
 

Recuerdo que al finalizar cada temporada se hacía una comida de todo el club en un restaurante donde TODOS y lo repito con mayúsculas, en negrita y subrayado TODOS los chicos que jugábamos ( unos 200 jugadores aprox) nos invitaban a comer y además se repartían trofeos entre los que habían hecho méritos para conseguirlos: al máximo goleador, pues el fútbol no sería fútbol sin los goles, al jugador más regular (el crack del equipo), y al jugador más deportivo, galardón que en diez años gané dos veces y que conservo como si de la bota de oro se tratase.
 
 
 

Todo eso era GRATIS para nosotros. No teníamos ni que llevarnos la equipación a casa para lavarla porque la lavaban allí ellos. Y todo eso era gratis por gente como Pedro y como Isidro, dos personas que trabajaron como mulas para levantar y no solo levantar sino mantener aquello y hacerlo crecer hasta convertirlo en lo que es hoy.

Dos personas que con su trabajo desinteresado consiguieron alejar a muchos chicos de malos hábitos y malas compañías teniéndolos allí haciendo deporte. Para ellos no hay estatuas, ni reconocimientos. Para los terroristas y malnacidos que ha dado este país no faltan homenajes, calles, plazas y plazuelas.

 

En confianza lo digo. Sé que mucha gente de mi alrededor, gente querida de mi familia y amigos consideran el fútbol un deporte de masas, de borregos donde se mueven muchos intereses y donde no son capaces de ver más allá de 22 tíos millonarios dando patadas a una pelota. Es cierto que el fútbol se ha convertido en un deporte de millonarios, pero el fútbol al que yo he jugado y el fútbol al que juegan la mayoría de los chicos no es ese deporte de miles de millones en fichajes, y eso es lo que ellos no saben porque hablan sin saber.
 
 
 

A mí el fútbol en el club que levantaron Pedro, Isidro y otros muchos me ha enseñado muchísimo en la vida. Me ha enseñado a saber ganar y a saber perder. Me ha mostrado lo dura que puede llegar a ser la vida. Me ha enseñado a controlar mis ansias y mis impulsos, a competir, a jugar en equipo, a luchar por un objetivo común aportando personalmente lo que está en tu mano. Me ha enseñado lo que cuesta ganar las cosas. Me ha enseñado a tener mi momento pasajero de gloria, pues la gloria siempre es pasajera, y a aceptar y alegrarse cuando ese momento le llega a otro compañero. El fútbol me ha enseñado lo bondadoso o lo ruin que puede ser otro compañero. Me ha enseñado lo mejor y lo peor de la especie humana.
 
 
 

Gran parte de lo que soy como persona se lo debo al fútbol y eso es lo mismo que decir que se lo debo a personas como Pedro e Isidro.

 
Gracias por vuestro trabajo, esfuerzo y dedicación y sobre todo gracias por vuestro ejemplo. Os tendremos siempre en el recuerdo y seguro que Dios os premiará por vuestra bondad y vuestro servicio a Cristo desde los campos de fútbol, pues como decía San José María Escrivá de Balaguer "servisteis a Dios en y desde las tareas domésticas en el día a día rodeados de muchachos que jugábamos al fútbol".

Descansad en paz.
 
 
 

 

No hay comentarios:

Publicar un comentario