La hora de los enanos, de la decadencia, de los chorizos, de los mediocres y los cobardes, de los traidores, del materialismo y la inmoralidad.
Pese a
rozar los treinta años no me siento en absoluto identificado para nada ni con
estos tiempos, ni con esta España amoral ni con esta sociedad basurienta y materialista
que te juzga por los euros que vale el móvil que llevas en el bolsillo. Donde sí
me siento más cómodo es en ambientes rurales que nada tienen que ver con las
grandes urbes, donde conoces la verdadera esencia de aquella “otra España”, más
pobre, pero infinitamente más humana. ¡Cuánto hemos de aprender de nuestros
mayores! Luego hablaré un poco de ella.
Tanto tienes tanto vales, es la máxima de
muchísimas personas hoy en día. ¿Qué tienes un cochezuco? Eres un pobretón. ¿Qué tienes un
Audi o un BMW? Eres un machote y un tío con clase, aunque no tengas ni para
cenar un huevo frito con patatas. ¿Qué no tienes dinero para comprarte el
último modelo de móvil? Dónde vas con eso si hasta a mi me da vergüenza ir a tu
lado….
Hoy el
éxito está ligado a tener mucho dinero, un cochazo, ir a buenos restaurantes,
tener el último modelo de Iphone, tener una mujer impresionante (una cada mes).
Presumir, aparentar. Es lo que se lleva. Aunque por dentro estemos vacíos, no
hablo de conocimientos, sino de moral, pues conocí lumbreras en la Universidad
que cuanto dejaban que desear como personas aunque académicamente eran auténticos genios.
El
materialismo es hoy una religión sin discusión. Conozco varias personas que sin
saber hacer la O con un canuto en tiempos de bonanza estaban siempre a la
última en tecnología punta. No sabían (ni sabrán) hacer una tabla de Excel o
instalar el programa más tonto en Windows, pero tenían un ordenador “acojonante”, el
último GPS, el último modelo de Blu-ray. Siempre a la última.
Podríamos
hablar de cómo una sociedad de infelices, muchos de ellos siendo triunfadores
son profundamente infelices por el maldito ansia. y el Dios dinero.
Para
muchos el éxito está ligado a ser un actor famoso y tener mucho dinero y salir
en la tele y en las revistas, o el que juega al fútbol el éxito es llegar ser
Cristiano Ronaldo, ser admirado por millones de personas, tener dinero a
espuertas, varios coches de lujo, vivir en una mansión, etc…
Pero
Cristianos Ronaldos solo hay uno. La felicidad no radica en tener muchísimo,
sino en disfrutar de lo poco o mucho que uno tenga. No vamos a decir que no nos
viniera mal un par de millonecejos, pero sinceramente, me gustaría ver si todo
el mundo que se ha hecho millonario mediante la lotería por ejemplo es más
feliz ahora o en mayor o menor medida añora su vida anterior. Creo que nos
sorprenderíamos de los resultados. Lo digo desde la más absoluta sinceridad. O cuantos famosos que antes han sido absolutos desconocidos no se habrán arrepentido. Espero sinceramente no conocer nunca la fama.
Yo,
que he jugado al fútbol toda mi vida y no he llegado a nada importante en este
deporte y no por ello soy un infeliz, todo lo contrario. En el fútbol aprendí a
ganar y a perder, a dar la mano cuando el que tienes enfrente es mejor que tú,
saber y reconocer que no eres el mejor del mundo aunque a veces lo creas, aunque puedas destacar un poco sobre el resto,
saber cuando tienes tu momento de gloria y cuando has de respetar al compañero
cuando él tenga el suyo.
Yo soy
feliz y me siento muy orgulloso de haber jugado en una liga local madrileña, de
haber conseguido numerosos éxitos en el humilde club que jugué toda mi vida, de
haber podido jugar junto a gente de muchísimo nivel, de haber hecho amigos, de
haberme dado cuenta de lo bajo que puede llegar a caer una persona, de haber
hecho deporte, de haber disfrutado practicando el futbol que es el deporte que
me apasiona de una manera que no soy capaz de describir con palabras. Cuando
dejé ese fútbol más “oficial” hicimos un equipo los amigos, y con sus idas y
venidas, también conseguimos éxitos, llegando a la máxima categoría posible y
donde yo participé activamente en todos las temporadas y donde disfruté de una
manera que no había disfrutado antes jugando al fútbol. Fui tremendamente feliz
yendo a jugar los domingos por la tarde al fútbol, lloviera o hiciera 30
grados.
Con
este rollo quiero decir que yo nunca llegué a cobrar un duro del fútbol, no
llegue a jugar en el Real Madrid, pero fui y soy feliz de lo que he hecho y he conseguido
y me siento muy orgulloso y realizado. Es un ejemplo de que la felicidad no es
cara. No hace falta irse a los montes de EEUU a cazar osos ni de compras a
Nueva York o tener un yate exclusivo. La felicidad está muchísimo más cerca.
Ahora
no juego al fútbol (no tengo con quien) pero disfruto de otras maneras. Por
ejemplo en verano salgo mucho con la bici y me encanta. Me encanta descubrir
nuevas rutas, nuevos caminos, poner el GPS del móvil y cuando llego a casa ver todos los
parámetros y las rutas, sacar fotos de los sitios donde voy, pasarlas al
ordenador, ordenarlas. Y el precio es lo que vale medio litro de agua y cuatro
cubitos de hielo que es lo que llevo en la botella de la bici.
También
soy feliz yendo a buscar a mi novia al trabajo los viernes por la tarde que es
cuando la veo después de una larga semana, dando un paseo por Madrid o entrando
a una tienda de segunda mano a ver discos o películas descatalogadas. Cada uno
tiene sus aficiones.
La
felicidad no es cara, es saber encontrarla y disfrutarla, saber cuál es tu
lugar en la vida, a donde perteneces y no ponerse objetivos desmesurados, ser
realistas. Y disfrutar con lo que uno
tiene.
Hoy
día el consumismo nos mete todo por los ojos, y continuamente te dicen hay que tener
el mejor móvil que vale 600 euros, la colonia de Dolce Gabbana del momento aunque valga 80 euros,
salir al garito de moda aunque dentro las copas valgan 15 euros y no se pueda
respirar del sobre aforo que hay.
Aun
recuerdo cuando fui con mi hermano a un concesionario Seat a comprarse un coche.
Preguntando al vendedor sacamos la conclusión de que para ellos todo aquello
que bajara de 150 CV no valía ni para ir a comprar el pan a la vuelta de la esquina. Por supuesto mi
hermano le mandó cerca y se compro un coche normal, no una bala con más
potencia que un avión de caza y combate. Pero es lo que te venden. Chaval, por este poco
más (seis mil euros más, ocho mil…) tienes el doble de caballos y te
“regalamos” el equipamiento deportivo. ¿Diesel? ¿Qué dices? Si ya la gasolina
casi está al mismo precio que el diesel y te digo yo que se nota, que en
carretera le pisas y se nota….Da igual si luego te pules 150 euros más en
combustible y estas afixiado, el sistema ha funcionado y te ha vendido un coche desproporcionado
a tus necesidades y por supuesto mucho más caro, que es el fin de todo, sacarte
tu dinero. Y si no te lo sacan mediante el consumismo viene un tiparraco como
Cristóbal Montoro y te lo saca en impuestos. Cada día odio más a este tipo por Dios.
La
avaricia lleva a que siempre uno quiere más. Si ganas tres mil euros al mes y
te puedes permitir un coche de 30 mil querrás un coche de cien mil euros, y el
que tenga el de cien mil querrá el de trescientos mil.
Así se
explica que exista una sociedad profundamente infeliz atiborrada a pastillas y
medicamentos, donde mucha gente tiene profundos problemas psicológicos aunque
no se exterioricen, donde en plena crisis las farmacéuticas, auténticas mafias
y alimañas dirigidas por gente muy poderosas en la sombra, han aumentado sus plantillas
para hacer antidepresivos por ejemplo.
Otra característica que me sorprende de la sociedad española de hoy es que hoy la
gente ya no cree en el amor sincero y verdadero, sino en su propio beneficio y disfrute.
La
conquista romántica se ha perdido. La otra persona no es el fin, es el camino
para lograr otro fin que es la felicidad personal. El medio usado. Algo
material. La piedra en la que te apoyas para saltar el muro.
Hoy la
gente por pasar un buen rato es capaz de destrozar una
relación consolidada o de destrozar una familia, todo ello sin el menor remordimiento de conciencia, que es lo más
grave.
En mi
familia supimos lo que es conocer a una persona así, que igual que llevaba
cinco años engañando a un familiar con la misma cara se sentaba a cenar en
Nochebuena con toda la familia y poniendo la gorra cuando el abuelo repartía el
dinero. Reconozco que hay que valer para hacer eso.
Un
amigo mío me comentaba con tristeza como un compañero del trabajo se
vanagloriaba delante de sus compañeros de llevar varios años engañando a su
mujer. De cómo otro que tras separarse en la primera semana de divorciado se
acostó con una casada, una soltera y una viuda y lo aireaba como una proeza.
¿Dónde
ha quedado el amor verdadero? ¿La conquista romántica? ¿Los detalles con la
otra persona? ¿El saber aceptar los defectos del otro? ¿El respeto?
¿O simplemente la dignidad? Todo ello ha sido sustituido por el Badoo, el
facebook y el tuenti y demás redes sociales, donde desde el anonimato se tira
la caña de pescar a ver que cae.
Hoy día el gentelman, el hombrés cortés es sin duda motivo de mofa o burla.
En una
boda de unos amigos que se casaron por la Iglesia me gustaron mucho las
palabras del Sacerdote, un chico por cierto muy joven. Venía a decir con muchas
mejores palabras que las mías que aunque con el tiempo de la impresión que
desaparece el amor por la rutina o el día a día, sí que sigue existiendo el
amor. La rutina provoca lo que puede parecer un desenamoramiento, que parece
que te has cansado de la otra persona,
pero eso NO significa que no haya amor, aunque el amor tenga otra forma
lógicamente.
Esto
muchas parejas no lo entienden, y creen que han dejado de estar enamorados y
que su relación se ha terminado, que ya no quieren a la otra persona, y
entonces buscando su propia felicidad en un acto ruin y miserable empiezan a
desengañarse a sí mismos, a contarse mentiras a sí mismos para justificarse, y
así sentirse menos (o nada) culpables cuando empiezan a tirar la caña a la
compañera del trabajo, a la cajera del supermercado o al conductor del autobús
que ven cada mañana. Lo que viene siendo tantear el mercado a ver donde me encuentro.
Buscan alternativas pero tienen un plan B, que es la otra persona, no vaya a
ser que me quede solo y eso es lo último. Nadar y guardar la ropa se dice.
(Por Dios no confundir
con que dos personas dejen una relación de mutuo acuerdo porque simplemente se
ha terminado esa relación. Creo que dejo bien claro que son cosas muy diferentes).
De ahí
se explica cómo hoy las parejas se hacen y deshacen a la velocidad de la luz
sin que nada importe. Hoy Manuel y al otro Antonio, hoy Sara y pasado Lucía.
Algunas
parejas que no deberían pasar de tres tardes juntos llegan a más, y sin cabeza
ni conocimiento se encuentran con la chica embarazada, y entonces llega el
aborto como solución, llegan las broncas, el yo puse más que tú y ahora me lo
quieres quitar, etc…. Otros en 2 meses ya se meten juntos en un piso con
hipoteca sin que ni siquiera se conozcan realmente y sin haber convivido juntos.
Y efectivamente….luego vienen como digo las discusiones, lo que cada uno puso,
esto era mío y te lo quedaste. Si ya es difícil convivir con otra persona
después de años de conocerse, lo otro es una moneda al aire sinceramente.
Luego
llega el chiquillo o la chiquilla que va mal en el colegio porque nadie se
ocupa de la criatura, al padre le ve los fines de semana y la madre por la noche un rato cuando vuelve de trabajar, el niño se pasa
el día con la abuela, cuando crece se empieza a juntar con quien no debe…Por
desgracia es lo que se está implantando, la gente divorciada con hijos, un hijo
con este y otro con el otro, me junto, me separo y me vuelvo a juntar y entre
medias llega otro niño.
Es lo que vengo denunciando incansablemente: la
ruptura de la familia como base de una sociedad.
Si se rompe la familia se
rompe la sociedad. No hay más. Y a buen seguro de estos polvos vendrán
horribles lodos. En muchas cosas puedo estar equivocado, pero de esto no me
cabe la menor duda.
Buen
ejemplo de la destrucción y la perversión de la sociedad son un sector homosexual, los indecentes
que por desgracia son muchos, pues hay gente de condición homosexual muy
respetables. Telecinco es buena prueba de la mala leche y la depravación del
llamado lobby gay. y de como las gastan
Muchos
gays pretenden a golpe de varazo ser padres (haciendo gala del respeto que
ellos exigen para sí mismos), algo que la naturaleza les ha negado.
Pues
entonces la adopción, dicen. Pero en el fondo me atrevería a afirmar que en la inmensa
mayoría de ellos no buscan sacar a un chiquillo de la miseria, darle una vida y
un futuro mejor o crear una familia estable, aunque sea una aberración que no
sea la formada por un hombre y una mujer. No, ellos buscan SU propia felicidad,
no la del niño o la niña. Buscan su felicidad igual que el que se compra el
perro que está de moda. El chiquillo, al igual que la pareja de la que antes
hablaba, no es el fin, es el medio para conseguir otro fin. La propia
felicidad, lo que deja a entrever el egoísmo desproporcionado que domina la
sociedad.
Otra
cosa que me impresiona es como en los tiempos de hoy despreciamos todo lo
anterior tachándolo de carca. Incluso con mofas a la España rural de nuestros
abuelos donde se trabajaba con los asnos de sol a sol hasta tener heridas en
las manos. Que humildes somos que nos creemos mejor que nuestros antepasados,
cuando precisamente cuanto tenemos que callar y de que avergonzarnos. Mi abuelo
hasta después de que le picara un alacrán allí seguía segando en la era a pleno
sol. Pero eso ya no cuenta, ahora somos hiper mega guays.
Nos
creemos mejores por tener cosas que hace unos años eran impensables. Dice un
dicho: “Era tan pobre que sólo tenía dinero”. Hoy ni eso tenemos, ya que somos
más pobres que nunca, en lo material y de espíritu. Se niegan derechos
elementales como la asistencia sanitaria (en Cataluña lo sufrí personalmente),
una vivienda digna o un trabajo digno, pero a cambio podemos mandar wassaps,
recibir y mandar emails desde el móvil y consultar las últimas noticias del
régimen democrático desde cualquier sitio. Woo, que modernidad. Qué manera de
subir y subir y subir, pero como un globo, a costa de no tener nada dentro, ni
en la cabeza ni en el corazón.
Una de
las cosas que más satisfacción me causan es cuando voy a mi pueblo, en Toledo,
y ver como la gente que aún queda viviendo allí se ayudan de una forma totalmente
desinteresada. El ver como al que le
salen veinte tomates regala diez sin importarle nada, ver como gente a la que
ves dos o tres veces al año cuando llegas les falta tiempo para cargarte el
coche de huevos, de pepinos, de patatas, de tomates y todo cuanto tienen.
Es
sorprendente como hoy vivimos rodeamos de miles de personas de las que no
conocemos absolutamente nada. Ya no hablo del que te encuentras en el autobús a
30 kilómetros de tu casa, sino de tu propio vecino, el que vive al lado de tu
casa y no sabes nada de él, salvo las voces y discusiones que tienen en su casa.
Vivimos más rodeados de gente que nunca y sin embargo estamos más aislados de
los demás que nunca. Qué paradoja.
Es la
España de antes, que le vamos a hacer. Añorada España. La gente se ayudaba, si
alguien venía de fuera se le acogía en su casa y se le daba de comer, o el que
iba haciendo autostop se le recogía sin temor a que fuera un loco psicópata-asesino.
Voy a
contar una anécdota: una día que vinieron los padres de mi novia a mi casa,
tomando un aperitivo en el salón antes de comer con las típicas conversaciones
“de todo un poco” (los hombres por un lado, las mujeres por otro, ya se sabe)
comentaba mi suegro, gran aficionado al ferrocarril, a mi padre, que escuchaba
atentamente, contaba como antes se clasificaban los coches y vagones en las
estaciones, que era mediante un cartelillo en el costado: este para Burgos,
este para Valencia, este a Alicante. A lo cual mi padre, totalmente
desconocedor del tema le preguntó que qué pasaba si alguien por hacer la
gracieta cambiaba los carteles y mandaba a Granada el que iba a Bilbao. La
respuesta de mi suegro fue, aparte que la gracia surgía efecto, que antes no
pasaban esas cosas, sencillamente nadie se dedicaba a hacer esas gamberradas
que hoy nos parecería algo tan normal a la mínima que te des la vuelta.
Me
aterra sinceramente ver como la sociedad camina imparable, si es que no lo
somos ya, hacia una masa de borregos sin valores y sin moral mirándose al
ombligo creyéndonos que somos los mejores seres humanos que ha conocido la
humanidad en su larga historia .En absoluto digo que ser ateo sea ser un
borrego, de hecho cuantos sinvergüenzas habrá metidos en la Iglesia, pero sí
creo y defiendo que del ateísmo predominante viene la decadencia, la falta de
moral, el saqueo de fondos públicos, la explotación del trabajador sin
disimulo, la falta de todo.
Cuando
se sustituye a Dios y a la religión se buscan otros dioses y otras religiones,
en España es un claro ejemplo de ello los nacionalismos. Son la nueva religión
de los miserables y pobres de espíritu que necesitan creer en algo porque o
bien les han llenado la cabeza de pajaritos o directamente les han vaciado el
cerebro metiéndoles una cinta grabada en un estudio que se repite una, otra y
otra vez. España nos roba España nos roba España nos roba. Gora ETA.
Cuando
no se cree en Dios no es que no se crea ya en nada, es que se cree en cualquier
cosa. Y a ello vamos. A que no hoy ya no se cree en nada. Hasta la mera
existencia de la nación española está en entredicho. A nuestros mayores se los
ve como un estorbo, una carga que genera unos gastos al estado que se podrían
ahorrar. Así era en nazismo.
Las
sectas harán su agosto y los nuevos Dioses serán los futbolistas, los
cantantes, los actores, los nacionalismos, el simbolito de la manzanita o los
aros olímpicos….Se sustituye al Dios Divino, único y verdadero, por el Dios de
carne y hueso material. Y ese Dios se equivocará, hará cosas malas, feas, inmorales,
y el ganado ovino lo tomará como modelo de conducta y por supuesto lo imitará.
Lo que
viene es una masa de gente consumista que está condenada a ser eternamente
infeliz, que lo que les espera (a mi también por desgracia) es la explotación,
trabajar como una máquina a cambio de un salario mísero que la mitad se la
llevará el estado para seguir manteniendo a vagos, sindicalistas y
sinvergüenzas y la otra mitad el banco
en forma de comisiones, hipoteca, alquiler, coche etc… quedándote tú con una
minúscula parte para poder gastártelo en lo que la publicidad mande.
Pero
dará igual. Seremos aparentemente felices con nuestro nuevo móvil y nuestra
última adquisición tecnológica, aunque como digo, solo aparentemente, pues el
que tiene una vida vacía ni 5000 móviles pueden llenarla.
Son
vidas vacías, como las de los jóvenes de los años 80-90 con la ruta del
bakalao, donde los días que había entre el domingo y el jueves- viernes noche (según
cuando empezara la fiesta) eran meros trámites, unos días apestosos que había
que vivir porque no quedaba otro remedio. Decía una canción famosa de aquella
época: “Son de lunes hasta el jueves los días que más apestan”. Vidas vacías.
Cuanta
gente de aquella época se quedaría medio tonta con las drogas y cuanta gente se
mataría en el coche. Algunos, los miserables de siempre, dirán que la culpa fue
de Franco, que por su culpa, por su dictadura no se podía hacer nada y
claro…los chicos solo querían divertirse después de haber estado oprimidos por
una horrible dictadura fascista. Nunca falta una excusa para atacar a Franco.
Los que de verdad son sinceros y hablan con conocimiento dicen que antes se
podía hacer de todo, y es hoy cuando todo está prohibido. Claro antes se podía
hacer de todo pero es que la gente se divertía de otra manera. Hoy la diversión
consiste en ponerse ciego de alcohol y drogas, hacer putadas a la gente como
romper los retrovisores de toda una fila de coches, pinturrejear las paredes
con los sprays, tirar del aparato de alarma de un tren, romper o quemar papeleras, etc…
Hoy
los jóvenes se drogan más que antes, aunque de una manera diferente. Hasta para
eso somos más cool.
Es
sorprendente la comparación: cuando yo salía de copas y discotecas hace 10 años
y ahora, en tan poco tiempo, como ha podido cambiar tanto las maneras de
divertirse de los jóvenes.
Antes
salíamos a la discoteca por la música (nos gustaba realmente, era un motivo si),
por las chicas, por los amigos que solían ser nuestros compañeros de clase, y
nuestros padres nos daban mil pesetas las cuales invertías 800 pesetas en la
discoteca donde te daban una copa (la única que te bebías), 100 pesetas para el
autobús o el tren y 100 pesetas para comprarte un perrito caliente a la vuelta.
Hoy
además que con 6 euros no da ni para una bolsa de pipas y 10 euros no es moco
de pavo porque muchos padres no les pueden dar 10 euros a sus hijos para salir,
los jóvenes prefieren quedarse en un parque pasando frío con una litrona de
cerveza y un par de porros poniendo el rap de los huevos en el móvil a todo
volumen. Ese es hoy el concepto de diversión. O aún peor: ir a casa del que ese
fin de semana está solo para montarla, emborracharse y consumir todo tipo de
drogas hasta el día siguiente, ponerse ciegos y joder al vecino que no puede
descansar. Estos son los niñatos de mierda que van con la gorra, el chándal,
los calcetines por fuera y la música en el móvil a todo volumen molestando a
quien se cruza con ellos. Como diría mi abuelo, una guerra y hambre de 6 días
les hacía falta para quitarles las estupidez de golpe.
Hay
mucha gente en la sociedad que está profundamente dormida. Sencillamente creo
que el que a estas alturas de la película no se ha despertado o no se ha
enterado de quien es el malo o simplemente de que va la película, ese ya no tiene remedio. Dejadle dormir.
Esto no
hay quien lo pare porque los que manejan el cotarro saben muy bien con que
caramelo tienen que engatusar a la gente. Hay gente pasando HAMBRE,
despotricando de todo y que sin embargo, en cuanto encuentren un trabajo por un sueldo mísero y
vendan la moto que la recuperación ha llegado, esos mismos borregos volverán a
comprarse el Seat León FR 180 Cv endeudándose 14 años para pagar el coche, a
irse cada verano al Caribe pidiendo créditos, a un crucero, a la Riviera Maya,
o a benidorm, que a lo mejor para algunos hoy día es un destino de lujo (ya solo por llo que vale la gasolina). Todo ello ganando 800 euros al mes.
Y
sobre todo España, con enorme tristeza lo escribo, es hoy un país que carece de
dignidad social porque NO HAY TRABAJO. Lo ha dicho el Papa Francisco
recientemente: “Donde no hay trabajo no hay dignidad”. Qué gran verdad.
La
falta de fe y de principios corroe la dignidad humana, y por ello pasan cosas
como que multinacionales que ganan miles de millones como Inditex o Coca Cola
se permitan el lujo de despedir a gente a mansalva, a personas que sienten y padecen,
condenándoles, sentenciándoles a la miseria y a la pobreza, a perder sus casas,
a no poder ofrecer una oportunidad a sus hijos, a no poder prosperar en la vida.
Con esa falta de fe se explica que haya seres tan rastreros e inmundos que sean capaces de despedir a un trabajador porque a faltado un día por estar enfermo, o porque tiene cáncer, o a una chica por quedarse embarazada, o consienten ver a una persona con el hombro fuera que sigue trabajando porque no quiere irse a casa por temor al despido. A esto hemos llegado.
Con esa falta de fe se explica que haya seres tan rastreros e inmundos que sean capaces de despedir a un trabajador porque a faltado un día por estar enfermo, o porque tiene cáncer, o a una chica por quedarse embarazada, o consienten ver a una persona con el hombro fuera que sigue trabajando porque no quiere irse a casa por temor al despido. A esto hemos llegado.
Es la
sociedad en la que vivimos, la que nos ha tocado, y todo me hace pensar que el
mundo va a peor.
No me quiero imaginar cómo será España dentro de 30,40 o 50 años. España, país que antaño fue la reserva espiritual y moral de occidente es hoy la cloaca y el basurero de occidente, el lugar donde más abortos se practican, donde mas parados hay, donde más droga se consume, donde más se gasta en prostitución, donde peores resultados académicos hay, donde más delincuencia hay, donde los políticos más roban, y suma y sigue….
No me quiero imaginar cómo será España dentro de 30,40 o 50 años. España, país que antaño fue la reserva espiritual y moral de occidente es hoy la cloaca y el basurero de occidente, el lugar donde más abortos se practican, donde mas parados hay, donde más droga se consume, donde más se gasta en prostitución, donde peores resultados académicos hay, donde más delincuencia hay, donde los políticos más roban, y suma y sigue….
Para
terminar tan solo quiero añadir una cosa más.
Hace
unos días acudí al hospital a ver al abuelo de mi novia, de 91 años, una
persona muy enferma con un deterioro físico muy importante pero gracias a Dios
con la cabeza aún en buen lugar dentro de lo que cabe esperar. Hablando con él,
pues por motivos que no vienen al caso era la primera vez que le veía, y recordando
cuando hizo él el servicio militar, yo le comenté que soy nieto de un maestro
nacional, de aquellos que se decía de ellos…”pasas más hambre que un maestro de
escuela”. Y entonces me contestó con una frase que realmente me impresionó y
que es con la que voy a terminar esta entrada. Me contestó, en respuesta a mi
frase:
“Es
que hubo un tiempo en España en el que la dignidad tenía un hueco en la
sociedad”
No
tengo nada más que decir.
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