lunes, 8 de octubre de 2018

Carta a la Iglesia Católica


Buenos días. Mi nombre es XXX tengo 34 años, resido en Madrid y soy un ciudadano más.

Como creyente que soy y humilde hijo de Dios y de la Iglesia permítanme que me dirija a ustedes ante la gravedad de los hechos que están sucediendo, en general en el mundo, pero concretamente en ESPAÑA que es nuestro país.




Desde pequeño mis padres me inculcaron la fe cristiana, de acuerdo a sus creencias y su compromiso con Dios y con la Iglesia. Recientemente Dios mediante he contraído matrimonio y ya esperamos nuestros primer hijo, al que por supuesto cumpliendo con mi obligación y con mi compromiso adquirido ante Dios y ante la Iglesia transmitiré lo mejor que sepa la fe cristiana igual que mis padres lo han hecho conmigo y con mis hermanos.
Cuando uno va a ser padre no puede evitar preguntarse (mas aún) en qué tipo de mundo va a vivir tu hijo, que al final es lo más valioso que uno tiene en la vida. Cualquier padre querrá dejarle a su hijo el mejor mundo posible.




Sin paños calientes, el motivo de esta carta es mi preocupación, casi diría terror, de ver las noticias cada día, de ver las cosas que suceden, de imaginar cómo puede ser el mundo en unos pocos años, no dentro de 100 o de 300, sino dentro de 20 o 25 años, dada la degeneración moral de esta sociedad en proceso de descomposición que se palpa por días, entre otras cosas gracias en mi opinión al exterminio sistemático de la cultura cristiana gracias a la cual somos lo que somos.
Una sociedad totalmente atea, absolutamente descristianizada, cegada por el consumismo y los falsos dioses, idiotizada en los “crecepelos” milagrosos y en el “aprenda inglés fácil y sin esfuerzo”. Ni los crecepelos funcionan ni el inglés se aprende sin esfuerzo (y como es mi caso con dificultad asique de fácil nada).
Yo opino, supongo que ustedes igual, que si cae la cultura cristiana como viene siendo en especial en los últimos 15-20 años, podemos con total seguridad decir adiós al mundo que conocemos hoy. Y seguro que el que venga va a ser deplorable.




Permítanme que hable de política, pues aunque siempre se ha dicho que la Iglesia no entra en política, e incluso algunos dicen que ustedes no tienen derecho a hablar de política (según ellos ustedes no tienen derecho a nada) está claro que lo que se decide nos afecta a todos.

Bien. Tras los desgraciados años del nefasto Zapatero, donde no hubo día que mis creencias e ideas no fueran insultadas, agredidas y arrastradas por el fango, años donde ustedes sufrieron una persecución y una hostilidad no vista desde los años 30 del pasado siglo, hemos vivido un impasse con Rajoy, que como dice un periodista famoso sobre él: ni una mala palabra ni una buena acción.
Tras él se ha materializado lo que muchos temíamos que fuera a suceder más tarde o más temprano: un gobierno de extrema izquierda de los socialistas capitaneado por un ser siniestro sin escrúpulos como es Pedro Sánchez apoyado por Podemos (sin más comentarios) y sustentando por el nacionalismo rancio, egoísta y chantajista de siempre, donde con enorme dolor resalto la colaboración de un sector minoritario de la Iglesia con esta gentuza. Este panorama recuerda inevitablemente a la II República.







Pues bien, no quiero entrar a hacer un análisis político de la situación, pero es evidente que uno de sus objetivos principales de los de “la nueva forma de hacer política” es la Cruz primero, ustedes la Iglesia después, y por último los fieles donde me incluyo. Destrozar España tal cual la conocemos hoy, arrinconar el catolicismo y destronar al Rey, sus objetivos.
Hay quien dice que toda esta ofensiva es para ocultar otros hechos, otras barbaridades como sus tejemanjes políticos o las subidas de impuestos bestiales. Yo creo que no, yo creo que es una cuestión de ideología y de venganza pura y dura. Y como cada uno tenemos nuestro corazón yo ya he trazado mi línea roja, y esa línea roja mía, personal, mi “hastaquíhemosllegado” es la profanación del Valle de los Caídos en particular la profanación de los restos del anterior jefe del Estado Francisco Franco, hombre que dicho sea de paso salvó a la Iglesia Católica del exterminio.






Es mi línea roja, y me da igual se llame Antonio que Pepe que Francisco Franco, me da igual si era comunista o liberal, que como se abra la veda de empezar a abrir tumbas por pura venganza y odio es solo cuestión de tiempo que volvamos a una confrontación social con vencedores y vencidos. Recuerden la profanación de tumbas y la persecución religiosa durante la desgraciada II República.






Hasta hoy la postura de la Iglesia al respecto de la profanación (me niego a decir exhumación) de la tumba de Franco es un misterio. Hasta donde yo sé, y solo me guío por lo que he leído y oído, si ustedes dicen NO allí no puede entrar nadie sin violar los acuerdos del Estado español con la Santa Sede. Punto. El tema está en que ustedes señores Obispos de la Iglesia Católica ni dicen no ni dicen , que yo sepa no se han pronunciado, y como dice el sabio refranero español, quien calla otorga. Y oigan por favor a este humilde servidor, hay cosas en la vida que no admiten un silencio por respuesta.
Si esta profanación finalmente se lleva a cabo y ustedes no se atreven a decir NO por el qué dirán, los siguientes en la lista de objetivos, no tengo ninguna duda, son ustedes, la Iglesia, pues ellos a buen seguro no van a parar, nunca será suficiente. La diferencia es que traspasada la línea roja de saquear tumbas a ustedes ya no va a haber quien los defienda.




Después de Franco irá la Cruz del Valle de los Caídos, después de la Cruz, que les molesta enormemente, seguirán profanando cadáveres de todo aquel que sea tachado de fascista, o sea todo el que no fuese de los suyos, desde militares a clérigos o políticos, y cuando ya no quede nada que rascar por ahí, ¿terminarán entonces su ofensiva? En absoluto, para nada. Ya ven que ahora un “comité de expertos” (permítanme que me ría) han dicho que la Catedral-mezquita de Córdoba no es de la Iglesia y que hay que expropiársela, y llevan ya años con la cantinela. Hoy es la educación concertada, mañana la tumba de Franco y demoler el Valle de los Caídos, pasado la tumba de Moscardó y el Alcázar de Toledo y al otro la catedral de Córdoba. El fin de todo, no tengo ninguna duda, es el exterminio del cristianismo de la vida pública, del espacio público, con la excusa de que ofende y hiere sensibilidades y finalmente el acorralamiento de la Iglesia Católica hasta su total irrelevancia en la sociedad. Y digo irrelevancia y no exterminio porque siempre les vendrá bien que quede algo o alguien a quien echarle las culpas de sus fechorías y atrocidades. No se si ustedes no se dan cuenta o no se quieren dar cuenta que en cuestión de 20-30 años podríamos (Dios no lo quiera) estar hablando de la supresión de las festividades de la Navidad y Semana Santa entre otras menores. Ya hay bautizos y comuniones civiles, que es el colmo de la estupidez.
Quieren desenterrar a los muertos, acabar con el catolicismo en la vida pública, borrar todo símbolo de la cristiandad, van a quitar la Santa Misa de La 2, y en breve empezarán a asfixiarles y a hostigarles a ustedes mediante expropiaciones, subidas de impuestos, tasas, provocaciones varias, trampas, noticias falsas para denigrar la imagen de la Iglesia en la sociedad, eliminar la educación concertada, etc…y sobre todo más y más y más memoria histórica (de la suya claro).




Yo entiendo que hay cosas que no dependen de ustedes, pero hay algunas que sí.
Si ustedes permiten que estos enemigos de España y de la civilización cristiana entren al Valle de los Caídos para profanar la tumba de Francisco Franco sin ustedes decir ni esta boca es mía ya no va a haber quien les pare en su locura, y, bien creo que ustedes también lo saben, como insisto, lo siguiente en la lista es borrar a Dios por completo de la mente de los ciudadanos y reducir a la Iglesia a algo absolutamente irrelevante. Para ello poseen el comodín del franquismo. Retiran placas de cementerios e iglesias que recuerdan sus crímenes tachándolas de franquistas (ejemplo cementerio antiguo de Carabanchel). Retiran cruces tachándolas de franquistas (Callosa de Segura). Cambian los nombres de las calles de personalidades ligadas al Régimen de Franco. Las siguientes calles que van a quitar son las que hagan referencia a Santos y a todo cuanto huela a catolicismo, “porque ofende” o es algo del pasado, algo franquista. Hasta escudos de los Reyes Católicos han sido retirados por franquistas. Hasta quieren prohibir tener una foto de Franco en tu propio domicilio. ¿Acaso dudan que lo próximo será que sea delito tener un crucifijo en tu casa o en tu coche? Y es que no es solo Franco o aquella época de España, es el odio a Dios y a su Iglesia, que es tanto como odiar a España.
He vivido tres años en Cataluña, y en mi opinión para llegar a la situación en que se encuentra aquella región el primer paso ha sido borrar a Dios de la mente de las personas. Vaciada la mente de la idea de Dios solo es cuestión de tiempo llenar esa mente de otras ideas, por ejemplo del nacionalismo más rancio y pestilente que uno pueda imaginar.






Les escribo para pedirles por favor que es la hora de dejar de ponerse de lado y decir se acabó.
Si ustedes permiten la profanación de la tumba de Franco y del Valle de los Caídos esta espiral de locura no va a haber quien la pare, y ustedes van a salir muy mal parados. El mundo que viene necesita a la Iglesia Católica, porque como dijo el mismo Francisco Franco: “el ser humano es un ser social con un pensamiento político, y si no se le llena con la verdad otros acabarán llenándolo con la mentira”.  España necesita llenarse de Verdad y necesita a su Iglesia más que nunca.
Atentamente:


XXX