Nuestros abuelos, esa gente mayor que tiene hoy más de 80 años, que vivieron tiempos terroríficos
y durísimos.
Miren ustedes, cada cual tiene sus hobbies, y uno de
los míos es esa serie de personajillos amarillos que son los Simpsons.
Hace poco viendo los Simpsons mientras cenábamos en
casa mi novia y yo echaron ese capítulo donde el abuelo Abe Simpson se enamora
de la madre de Marge Madame Bouvier. El Señor Burns, el malvado dueño de la
central nuclear y hombre más rico de Springfield se la roba vilmente, y cuando
se va a casar con ella aparece Abe Simpsons para impedir la boda y se fuga con
ella en un autobús mientras suena la canción “Los sonidos del silencio” de
Simon & Garfunkel, en una recreación cinematográfica de aquella película
llamada “El graduado” de Dustin Hoffman. Solo a modo de apunte me gustaría
añadir que esa canción es de mis preferidas.
Los Simpsons me han hecho pasar algunos de los
mejores momentos de mi vida, pero en esa serie, si se fijan detenidamente, se darán
cuenta que no todo es risa y broma, si no que a veces se dicen cosas serias, y
algunas de ellas muy profundas, lo cual deja bien a las claras que los
guionistas no son cuatro “Ramoncines” vive la vida con ropa ancha y pelos
largos, sino que saben lo que se hacen. Al final de este capítulo suena la canción
“Los sonidos del silencio” pero con la letra modificada y dice así:
Hello
Grampa, my old friend,
Your
busy day is at an end.
Your
exploits have been sad and boring,
They
tell a tale that's worth ignoring.
When
you're alone, the words of your story
Will
echo down the rest-home hall,
'Cause
no one at all,
Can
stand the sound
Of
Grampa.
Traducido al español vendría a decir algo así como:
Hola
abuelo, mi viejo amigo.
Tu
atareado día ha llegado a su fin.
Tus
hazañas de hoy han sido tristes y aburridas.
Ellas
cuentan una historia que no merece la pena tener en cuenta.
Cuando
estas solo las palabras de tu historia
Solo
serán eco en el pasillo de la residencia.
Porque
nadie soporta las palabras del abuelo.
Francamente estas líneas me han llevado a la
reflexión actual que intentaré (intentaré) plasmar en las siguientes líneas.
El abuelo Simpson es un ser solitario, ignorado por
su hijo y sus nietos, que vive en una residencia, el Castillo del Jubilado,
esperando su hora. Es veterano de la Segunda Guerra Mundial y suele salir
siempre hablando cosas del pasado de forma aburrida, gran parte de ellas
inventadas, historias que todo el mundo ignora. Frecuentemente su familia
recurre a él cuando necesitan algo.
Yo hoy aquí y ahora quiero hablar de nuestros
abuelos, de nuestros mayores, y no lo puedo hacer si no es con la mente y la
memoria puesta en mis abuelos y en especial en el que aún vive gracias a Dios
con 87 años y buena salud. Permítanme que hable casi desde la emoción y las lágrimas por el afecto que tengo hacia mis abuelos y en dos de cuatro desgraciadamente desde el recuerdo.
En nuestro ego habitual propio de la sociedad actual
en la que vivimos, carente de todo valor y principios, oigo a muchos jóvenes de
hoy día y no tan jóvenes decir que somos la generación mejor preparada de la
historia, que somos los mejores seres humanos que ha conocido la humanidad.
Niego la mayor, rotunamente.
Esta España putrefacta y sin memoria debe TODO, lo
repito en mayúsculas de nuevo y subrayado TODO
cuanto hoy tenemos a nuestros antepasados que son los que nos han dejado
nuestro patrimonio, nuestras iglesias, nuestras calles, nuestra cultura,
nuestra lengua, nuestras tradiciones, la tierra sobre la que vivimos. Por cercanía, porque es algo palpable, la
memoria viva, y porque es de justicia por motivos que explicaré a continuación,
una parte privilegiada de esa memoria corresponde a nuestros abuelos.
Los que hoy en voz baja y a veces en voz no tan baja
son tachados de gente bruta, inculta, ignorante, de pueblo, de otra época, ellos
fueron los que levantaron un país de sus cenizas cuando en España corrieron
ríos de sangre y se pasaba HAMBRE con mayúsculas. Y por abuelos quiero decir
todos aquellos que fueron a la guerra (ya quedan muy pocos) o que pasaron esa
guerra siendo niños o bebés y que vivieron tiempos muy duros en una edad de la
vida, la niñez, en la que lo más importante es jugar y divertirse. Muchos no tuvieron niñez porque con 5 o 6 años ya les tocó hacerse mayores. Las mismas
personas que, a diferencia con nuestros tiempos donde nadie hace nada por nadie
y si puedo joderte lo hago, ellos dejaron todo, sus vidas, sus familias, su
juventud, para en no pocos casos ir a luchar por unas ideas, fueran las que
fueran, y en muchos casos a morir. Eran unos tiempos donde con 6 años se
iban al monte dos o tres días con las cabras durmiendo en cualquier sitio a la intemperie,
descalzos o con unas alpargatas y llevando consigo apenas la ropa y gracias, si
acaso un trocillo de pan con queso. Dile a cualquier joven de hoy día que se
vaya por la noche al monte. Si no se mata cayéndose por algún precipicio se
muere de miedo pensando en fantasmas y espíritus del pasado, locos con motosierras
y extraterrestres. Eran unos tiempos donde con 10 años las familias entregaban
a sus hijos a otros familiares o a gente más pudiente para que se hicieran
cargo de ellos a cambio de mantenerlos y de que se fueran labrando un futuro,
en el campo de jornalero, en un taller, en una fábrica, o como sirvientas en el caso de las niñas. Para
ellos el carné de hijo se terminaba a los 10 años. Hoy con 30 y muchos años
muchos aun conservan ese carné, por falta de oportunidades o por qué no decirlo
por pura comodidad.
Nuestros abuelos son esos seres nauseabundos e
indeseables a los que Pablo Iglesias y sus colegas de la Complu (que pasa
tronko) quieren acabar con ellos porque molestan a sus planes para llegar al
poder, pues bien es sabido que la gente mayor vota en masa a la derecha del PP,
va a la Iglesia, cree y defiende la unidad de España, recuerda con cariño a Franco y evidentemente los consideran las brasas aun encendidas del franquismo,
gente molesta, caduca, casposa, por tanto sobran, y hasta que no se mueran no
van a tener la mayoría que necesitan para imponer sus ideas revolucionarias para cambiar España. Lo
mismo digo del Psoe, pues para mi son lo mismo que Podemos.
Este punto del que hablo en especial desde las dos
últimas citas electorales en las que ha ganado el PP, la forma en la que
pública y abiertamente este sector de niñatos y gentuza de extrema izquierda se
esta dirigiendo a la gente mayor llamándoles basura, fachas, deseándoles la muerte,
es ya no solo repugnante, vomitivo y deleznable, sino hasta delictivo. En estos
meses he oído de todo, barrabasadas del tipo como que por qué tienen que elegir
gobierno (derecho a voto) unas personas que dentro de pocos años no van a vivir
y encima son peores seres humanos que los jóvenes (que ellos claro, porque el
populismo siempre habla en nombre del pueblo refiriéndose a ellos y obviando a
todos los demás). Hablan de que hasta que no se muera toda una generación educada en el nacional-catolicismo en España no va a poder haber ningún cambio. Demuestran continuamente la auténtica basura que son, pura
escoria. que vomita odio por los cuatro costados aunque por fuera se vistan de corderitos. No nos engañan. Nuestros mayores no sobran, sobran ellos, y buen favor nos harían si
se largasen de España a sus paraísos comunistas y socialistas.
Prosigo:
Nuestros abuelos son los niños de la guerra, los que
veían pasar los aviones con las bombas por encima de los tejados, los que
vieron y pasaron cosas que jamás debería ver y pasar ningún niño, los que
pasaron más hambre del que yo jamás he conocido, los que como decía antes con 6,
7 u 8 años se iban tres días al monte con las cabras durmiendo a la intemperie
con tan solo una manta y un trozo de pan y de queso para llenar el estómago
vacío. Los mismos que luego más mayores trabajaron en el campo de sol a sol
como animales, los mismos que casi de forma autodidacta aprendieron un oficio
para ganarse la vida, o que emigraron a otros países para ganar dinero para
enviarlo todo a sus familias sin guardarse nada para sí mismos. Y ah, por
cierto, antes no había internet, ni Skype ni Whatsapp. Una llamada por teléfono
cada no se cuanto y gracias, y si acaso alguna carta.
Nuestros abuelos…esos que pasaron hambre después de
la guerra, que llamaban a sus padres de usted, y que vivieron de niños y de
jóvenes para servir a sus padres, así hasta que se casaban y tenían hijos y
entonces trabajaban para servir a sus hijos y darles todo lo mejor, y ya siendo
sus hijos mayores entonces vivieron para cuidar a sus padres ya ancianos, y finalmente
han vivido ya siendo ellos abuelos para cuidar a sus nietos pues cuantos padres
de hoy no tienen tiempo de ocuparse de sus hijos. Los mismos abuelos que hoy,
en el año 2016, con sus escasas pensiones, han sido los que han mantenido a
flote a muchas familias azotadas cruelmente por la crisis. Las mismas personas
que en su día se quitaron de todo para que sus hijos pudiesen ir a la
universidad o estudiar una profesión. Entonces no existía el Volkswagen Golf
GTI, ni los megamóviles Apple y Samsung, de vacaciones ni hablamos, no como hoy
que sin tener nada realmente la gente se va de vacaciones a EEUU, al Caribe, se
compran teléfonos que les valen un mes de salario y conducen coches que ni
empleando dos años de su sueldo íntegramente podrían pagarlos. Entonces irte
tres días a Benidorm era un lujo. Qué diferencia Dios mío. Si es que España a
esta generación que aun vive les debe TODO.
Ellos son una generación de españoles que levantaron
el país de la miseria en la que quedó España tras la guerra provocada por los rojos y 40 años después a base de trabajo, trabajo y más trabajo dejaron una
España ejemplar, llena de servicios sociales y públicos, una España moderna y
decente con valores y con principios. Todo ello lo hicieron con honestidad y con trabajo. Con mucho trabajo.
Ellos son una generación de españoles ejemplares que
han dado TODO a cambio de nada. Dieron todo de niños, de jóvenes, de mayores y
por último de ancianos. Siempre han estado al servicio de algo, y no se han
guardado nada para sí mismos.
Todos ellos, o una gran parte de ellos, fueron y son
ESPAÑOLES EJEMPLARES, buenas personas, buenos ciudadanos, y todos ellos
llevaron el trabajo en la sangre porque era el medio de vida y la aportación
personal a la empresa común que nos une a todos, eso que aun hoy se llama
ESPAÑA. El trabajo….derecho y obligación, algo que hoy es negado a los
españoles.
Hoy, cual Alemania nazi, a nuestros mayores llamados
despectivamente viejos, vejestorios, momias, carcamales, abuelos en tono
despectivo-humillante, gente de otra época, son vistos por una parte de la
sociedad como un incordio, como algo molesto en lo que encima hay que gastar un
montón de dinero de nuestros impuestos para pagarles las pensiones, el gasto que
hacen en sanidad, las subvención de las residencias donde viven aparcados, etc…A
ver si se muere ya de una puta vez el abuelo, piensan algunos. Otros hasta lo
dicen en voz alta.
Por eso muchos desalmados, gente sin escrúpulos,
tienen tanto interés en legalizar la eutanasia, y aprobada esta sin ninguna
duda será el hueco en la pared por donde se colará la eliminación efectiva de
nuestros mayores. El crimen echo ley.
Otros mayores son aparcados en residencias como el
que tiene un mueble viejo en casa que le da pena tirar y lo deja en el trastero
esperando a ver que hace con el algún día, si lo restaura o lo tira a la
basura. Así se trata hoy a una parte de nuestros mayores. Y ojo no quiero
criminalizar las residencias, siempre y cuando nuestros mayores estén bien
atendidos y sus familiares se dignen a ir a verlos, como efectivamente es en
muchos casos.
Yo, desde mi más absoluta humildad, siempre he
intentado tratar a la gente mayor con el máximo respeto, me gustasen o no, me
cayeran bien o mal, dedicarles todo el tiempo que he podido, que seguramente
haya sido muchísimo menos del que merecen. Y siempre he tenido un vínculo muy
especial con mi abuelo al que dicen que me parezco mucho.
Siempre que he podido he pasado en el pueblo a ver a
Tia tal o Tío pascual, a dedicarles media hora de mi vida, y sobre todo más que
ir a contarles lo apasionante o triste que es mi vida, a dejarles hablar a
ellos. Aprender de ellos, pues no sabrán muchos leer ni escribir, pero cuantas otras
cosas podemos aprender de ellos solo oyendo sus historias.
Se dice que los abuelos cuando mueren se vuelven
invisibles, porque siguen estando ahí en nuestros corazones hecho recuerdo. Yo
daría lo que fuera por volver a verles y por eso paso todo el tiempo que puedo
con mi abuelo, el que me queda, consciente de que no va a vivir eternamente. Muchas veces por las
noches sueño con que mi abuela que murió de cáncer hace ya 7 años aun vive, que
la veo andando por la calle o apareciendo en casa, tal cual era ella.
Es ley de
vida. Ellos tienen el privilegio de vernos nacer y crecer, y nosotros, sus
nietos, somos testigos de verles como envejecen y finalmente mueren. Es la
vida, ni más ni menos. Además la pérdida de un abuelo, en mi caso no es una
excepción, es la primera pérdida de un familiar importante a la que nos
enfrentamos en la vida.
Los abuelos, pese a involucrarse en la crianza y
educación de sus nietos, su papel no es el mismo que el de los padres y de eso
el niño se da cuenta rápidamente. La huella que los abuelos dejan en sus nietos
les acompañará para siempre y les marcará en parte su forma de ser en la vida.
La memoria de nuestros abuelos no esta en una foto
digital de un teléfono móvil en forma de selfie, sino en fotografías en blanco y negro ya de color
amarillento, en esa herramienta de madera que nos hizo el abuelo con sus manos
o en ese jersey que nos hizo nuestra abuela (y que tanto picaba). La memoria de
nuestros abuelos es llegar al pueblo y enseguida verle allí y no ser capaz de
imaginarte aquel lugar sin él, en los olores de su casa, en la cubertería de los años 60 que aun conservan y lavan a mano, la forma de hablar, las palabras.
En esos consejos que nos dieron, hazlo así o no hagas esto, o cómo no, la
famosa historia de todas las madres y abuelas de una vez un niño hizo eso y se
murió. Moraleja: no lo hagas.
Nuestros abuelos nos enseñaron, en un mundo donde ya nadie
tiene 15 segundos que perder, a ir más despacio, a su ritmo, a sentarse en el
sofá sin agenda ni horarios ni prisas a ver el documental de La 2, a disfrutar de una tarde paseando por el
campo de charla o en simple silencio disfrutando uno de la compañía del otro, a
disfrutar de un libro que llevas viendo toda la vida en la estantería y jamás
te había dado por abrir o simplemente oyendo sus historias.
Nuestros abuelos son el legado afectuoso de quienes
nos aman de verdad por encima de todo y en ello yo al menos me enorgullezco de,
por un lado, recordar cada día en algún momento aunque solo sea un segundo a
quienes nos dejaron para siempre y que desde arriba rezan cada día por nosotros, y del otro, a pasar todo el tiempo que pueda
con quienes aun hoy siguen con nosotros mientras Dios les siga dando la vida.
Mi homenaje más sentido hoy es para ellos. Para
nuestros mayores. A ellos les debemos todo lo bueno que queda en España y en la
sociedad de hoy. Y eso, en un mundo en ruinas que se derrumba por días, sin moral ni principios éticos de ninguna clase, es cuanto menos de agradecer.
GRACIAS POR VUESTRO EJEMPLO.
Fantástico verdaderamente fantastoco
ResponderEliminarGracias por tu comentario y tu tiempo. Un saludo
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