Con la Navidad vuelve lo de todos los años: las luces, las
compras, las reuniones familiares, las comidas de empresa, etc… Los comercios
que llevan casi desde octubre dando la tabarra con las luces, el Corte Inglés…Todo
ello es también parte de la Navidad.
Pero más allá de todo eso es justo y
necesario recordar el verdadero y auténtico significado de la Navidad, que no
es otro que conmemorar el nacimiento de Jesús de Nazaret, el hijo de Dios hecho
hombre. Él y sólo él es el verdadero protagonista de la fiesta.
En la sociedad española borreguil y semianalfabeta educada
en la telebasura es lamentable ver como hay personas que piensan que la
historia contada por la Biblia sobre el nacimiento de Jesús es un cuento para
niños sobre un personaje inventado, como el Papá Noel, el Ratoncito Pérez o
Sherlock Holmes (que por cierto salió una encuesta hace tiempo donde había
gente que no sabía que Sherlock Holmes era un personaje ficticio, pensaban que
fue una persona de carne y hueso que existió de verdad, al igual que Don
Quijote de la Mancha).
Ante este nivel de idiotez, de incultura y borreguismo uno
no puede pedir más de donde no cabe esperar nada.
Lo de las luces, los regalos, las cenas y todo lo demás es
muy bonito, de hecho forma parte del espíritu de la Navidad, pero desde aquí
quiero destacar que el verdadero significado de la Navidad es conmemorar el
nacimiento del hijo de Dios en un pesebre en la ciudad de Belén, alentado por
un burro y una vaca. Que eso sucedió de verdad, que no es un cuento. Al igual
que también es cierto que tres sabios de aquel entonces, que han trascendido en
la historia como los Reyes Magos de Oriente, Melchor, Gaspar y Baltasar,
guiados por una estrella polar fueron en sus camellos a adorar y llevar regalos
al hijo de Dios.. El mismo que fue engendrado por obra y gracia del espíritu
santo sin pecado concebido, que fue perseguido por el malvado Herodes y
posteriormente a una edad joven torturado y crucificado en la cruz donde murió
por todos nosotros. Que allí también estaban San José y la Virgen María, los
otros protagonistas de esta historia, la FAMILIA, la Sagrada Familia, el mejor
y único modelo posible que sustenta una sociedad digna.
Desde la sencillez del portal esta escena nos da una lección
sin réplica en la historia de la Humanidad.
“Hay que
embeberse de esta lógica nueva, que ha inaugurado Dios bajando a la Tierra. En
Belén nadie se reserva nada. Allí no se oye hablar de mi honra, ni de mi
tiempo, ni de mi trabajo, ni de mis ideas, ni de mis gustos, ni de mi dinero.
Allí se coloca todo al servicio del grandioso juego de Dios con la Humanidad,
que es la Redención”.
Todo lo demás son adornos. Así de sencillo.
Os voy a dejar una historia muy bonita que quizás os ayude
(nos ayude ya que me incluyo) a recuperar ese sentido y esa alegría navideña
que creo que más o menos todos hemos tenido cuando hemos sido niños y cuando la
Navidad se vive de una manera especial:
Cuento de Navidad
El Paje
Por fin en el metro observaba las caras apáticas y el silencio que
inundaba el vagón estremecía su corazón, a veces la voz que anunciaba la
próxima estación rompía ese triste mutismo de los viajeros. Juan no podía más,
sentía que las venas le estallarían de un momento a otro. Se preguntaba que
pasaba con esta generación tan llena de comodidades y carente de alegría ¿acaso
sería este el fin de la raza humana? Alzó la mirada y reparó en uno de los
viajeros, recordaba su niñez, sus cartas a los reyes magos llenas de ilusión. Y
se le ocurrió una idea:
Roberto Gómez, un coche de bomberos, un balón de futbol y que mis
papás se quieran mucho, año 1994.
Mirian Ramírez, la muñeca que saltaba a la comba, unos patines de dos
ruedas, una falda de bailarina y que mi abuelita se ponga mejor, año 1976
Elvira López : una bicicleta de color rosa con ruedines, una casa de
muñecas muchos cromos y por faaa que mis papas me traigan un hermanito, año
1990
Pedro Pérez, una mascota que cuidaré muy bien, prefiero perro que gato
y nada más porque es lo que más quiero, año 1985
Los viajeros se miraban atónitos, ello eran Roberto, Miriam, Elvira,
Pedro y el resto de los que Juan había citado recordando textualmente las
cartas que enviaron a sus Majestades cuando eran niños. No salían de su
asombro, alguno pensó que se trataba de una broma pesada, pero ¿Cómo iban a saber
que todos ellos tomarían el metro a la misma hora y el mismo día? Podría
ocurrir que alguno de ellos fuese habitual debido a sus horarios de trabajo
pero, Elvira ni siquiera vivía en aquella ciudad, y estaba en ese vagón porque
se equivocó de dirección.
-Sí, os conozco a todos y cada uno de vosotros y hoy os miro y me dais
pena ¿qué pasó con vuestra esperanza, con vuestra inocencia, con vuestra fe?
Los ocupantes del metro, murmuraban algunos sorprendidos y otros algo
ofendidos por los comentarios del paje. Por fin una señora de más de setenta se
atrevió a preguntar quién era él, que tanto sabía de todos.
Tenéis razón no me he presentado disculpadme-soy Juan uno de los pajes
que ayudan a los Reyes Magos a traer regalos a los niños y que no entiende que
os pasó, ¿Por qué no queréis sonreír, recordando la navidad? Acaso valen más
las c osas que el prójimo? ¿Si ya no tenéis fe por qué celebráis la natividad
de nuestro señor? No lo entiendo¡¡¡Acaso no os dais cuenta que sin fe, no hay
alegría, ni caridad ,ni ilusión. En fin... Perdonadme, yo soy un poco
“metepatas” y debí callarme…lo siento.
Juan se desplomó sobre un asiento, avergonzado por su nueva salida de
tono y cubriendo el rostro con las manos rompió a llorar desconsolado. Una mano
se posó sobre el hombre el apenado paje a la vez que su voz entonaba un alegre
villancico, la voz se tornó un coro de voces que unidas cantaban alegres
melodías que hacía mucho no entonaban. Juan alzó la vista y pudo entender cuál
era su principal misión, mantener la llama del Amor de Dios encendida y
recordar al mundo que Dios nos ama tanto que se hizo hombre una noche fría en
un lugar inhóspito.
Feliz Navidad a todos.
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